domingo, 13 de enero de 2019

La Dicotomía del Bolívar como Moneda Nacional de Venezuela en enero de 2019

Aunque la publicación del artículo del amigo Sr. Uribe (referente al artículo "La Estrategia de Manipulación de Masas y Ejemplos como: la Guerra Civil Española, la Independencia Catalana y la Crisis de Venezuela" ) me la conozco de memoria, sí quisiera comentar de pasada y sin profundizar en algo que no tenga que ver con el problema de la monetarización en Venezuela, que no se me entienda mal por favor por parte de aquellos venezolanos que están pendientes de destacar las excelencias del independentismo soberanista de su nación.

Prometo de antemano por tanto, no comentar nada referente a la situación social venezolana, a la auto investidura reciente del Sr. Maduro o a sus muchos problemas de todo tipo, tan sólo pretendo centrarme en lo que muchos independientes del tema Venezuela como un servidor saben, otros lo puedan saber también pero por su simpatía al régimen actual no lo quieren reconocer en público o incluso han pretendido negarlo y algunos realmente lo desconocen, no así si viven en Venezuela o alguna zona limítrofe fronteriza como por ejemplo Brasil o Colombia en especial, porque la realidad de la miseria venezolana les salpica de cerca en tal caso.

El hecho tozudo e indiscutible es que Venezuela vive una realidad de dualidad monetaria, simplemente quiero referirme a este hecho y comentarlo.

Admirable, tengo que admitirlo, es por cierto la capacidad del venezolano y la realidad en la calle venezolana, hay que admitir que los extranjeros tenemos más o menos dificultades para entender la realidad del día a da en Venezuela, me refiero y lo hago señalar una vez más, a la realidad de su dualidad monetaria, a la hora de pensar en el cambio para el pago de los bienes o servicios.´

Esa capacidad del individuo que vive la realidad nacional venezolana es admirable, puesto que debido a una realidad muy sui generis,  ha aprendido a vivir compaginando en su mente un mínimo de dos realidades monetarias en las cuentas que hace cuando piensa en el cambio diario, si es que tiene oportunidad de ejercer dicho cambio, que ése desde luego, debido a la carestía, a la inflación terrible o al vacío de oferta que no puede calcular, un problema añadido, sobre todo para aquellos, la gran mayoría, que carecen de dólares.



La dualidad y sorprendente realidad venezolana inquieta a sus ciudadanos. Por un lado su mismo estado y banco central les ofrece y los exhorta a que utilicen una moneda llamada "bolívar", eso sí en el transcurso del tiempo y antojo de algunos dirigentes con diferentes adjetivos (fuerte, soberano, histórico,...) pero independientemente de como en cada momento lo deseen llamar o quitarle los ceros fantasía que se les ocurran a algunos o bien ponérselos; yo por respeto al país voy a llamarlos aquí "bolívares" a secas, que es como más me gusta y hay que reconocer que es un nombre bien bello y le va perfectamente a una moneda y luego, que cada uno los llame como mejor le parezca.

Pues bien, sorprendente y esto es a lo que quiero referirme, es la realidad de ese bolívar, que como viene siendo habitual desde hace ya un buen número de años, sigue sin tener arraigo en su misma población y esa circunstancia es de verdad penosa, más con la capacidad de belleza que son los papelitos-moneda que han ido sacando con el paso del tiempo.

Creo que apenas hay un país que haya tenido más inventiva e inventiva en sacar más cantidad de papelitos bellos por su colorido como el Banco Central de Venezuela (BCV). Su dinámica de creación de billetes es simplemente digna de admirar, desde aquellos en forma vertical, a la forma usual horizontal, billetes tan grandes que sirven para suplir un abanico para ventilarse, hasta aquellos que como en el resto de países pueden llevarse en billeteras normales, salvo por la incertidumbre muchas veces incluso en un mismo día y por la imposibilidad de una característica inusual en otra parte del mundo, en Venezuela siempre se necesitan muuuuuuchos billetes para comprar algo, por muy ínfimo que sea, por lo que la cartera o billetera normal que utilizamos en otros países en Venezuela no tiene mucho sentido, más bien seria más cómodo utilizar burros con alforjas o carros para su transporte, eso claro está si se utilizaran de verdad esos billetes bolivarianos, porque ahí está precisamente el problema y el quid del problema y como ya mencioné al principio, no me voy a meter ni en política ni en otros berenjenales, simplemente mencionar el hecho, por el motivo que sea, eso que cada cual se busque la explicación que más le guste o convenza, a lo que vamos: a la población en Venezuela no le entra su bolívar desde hace años y ha aprendido a llevar una especie de calculadora de cambio consigo, que soporta y lleva como las llaves de casa, siempre consigo y que le permite calcular en otras monedas, en especial dólares USA, pero también, sobre todo en regiones fronterizas en pesos por ejemplo, creando un mundo paralelo que haga lo que se haga, se embellezca como se quiera embellecer a los nuevos billetes que continuamente van saliendo de sus maravillosas imprentas, esos bellísimos billetes de colores dignos de coleccionismo, como quien colecciona cromos de un album, no calan en la población, que en realidad, perdónenme por la expresión, no les hace puñetero caso.

La realidad es nuevamente tozuda: nadie quiere esos bolívares, es decir, la ciudadanía venezolana no quiere sus bolívares, bien los adornen, les pongan los ceros que quieran, o les expliquen sus gobernantes los cuentos chinos que les cuenten, la población venezolana va siempre, como con las llaves de casa, con su calculadora portátil instalada en su cerebro y transfiere, ojo, al día, incluso al intradía, el valor actual real de todo lo que acontece en su vida, con referencia al dolar o, en zonas concretas, al peso colombiano y repito, es una pena, y un tremendo problema, por el gasto innecesario y alienación que debe producir en las cuentas del país los resultados de esa gran imprenta que crea esos papeles tan bellos y de coloridos tan sensacionales.

El dinero negro, preferentemente en la divisa prohibida, el US$, la falta de credenciales de los bellos papeles que el gobierno se empeña en que se utilicen, pero que no son fidedignos de la realidad económica y a nadie engatusan, la realidad del cambio diario y el cada vez más complicado arte de sobrevivir en un estado caótico (que me perdonen los bolivarianos acérrimos), la nula identificación por parte de la ciudadanía del bolívar como validación de poder de compra y seguridad patrimonial, la cada vez más indisimulada realidad que ya nadie quiere soportar cuando se trata de pagar por un servicio en Venezuela, la triste realidad de la hiperinflación venezolana, etc...hacen por desgracia que una parte sustancial de la población del país sudamericano no tenga acceso al dólar y por tanto, sus vidas quedan por completo en manos del destino y la misericordia de un gobierno que se ve incapacitado por solventar ese problema monetario, mientras sus recursos se desangran y van a parar a manos de oligarcas rusos y chinos con el pretexto de hacer descuentos a su deuda nacional.

Rusia y China tienen pillados a Venezuela y le han marcado el ritmo de una depreciación no sólo de su moneda, el bolívar, sino con ello y debido al callejón sin salida en el que se encuentran, la depreciación de la vida misma en forma de miseria.

Le deseamos al pueblo venezolano que acierte a sobrevalorar y creer en algún momento futuro en su propia moneda nacional, que tiene un nombre bien bello: "bolívar", como a mí me gusta llamarlo, como aprendí de niño a llamarlo, sin adjetivos, sin zalamerías, simplemente bolívar a secas, cargado de valor, como cuando era niño, porque ése será el principio para independizarse de verdad del yugo que creen que ahora, curiosamente, están independientes (y obviamente no lo están), pues en verdad, son más dependientes que nadie del que suponen su enemigo, ya que no sólo ansían su moneda, el dolar, sino que son absolutamente dependientes de ella, incluso para vender su más preciado bien de la corteza de la tierra, el petróleo.

Por desgracia, como muchos saben y esto es lo más grave del asunto y es la otra cara de la moneda, el dólar en Venezuela y su comercio, están en manos de unos pocos, no fluye al tutiplén con el favor gubernamental, de hecho, el gobierno tiene prohibido su tráfico y cambio, algo que no puede conseguir debido a la realidad subyacente incuestionable, ni por asomo ni controlando el poder de su guardia pretoriana.

En vez de continuar intentando hacer ensayos basados en mitologías y fantasías recomendaría al estado venezolano, si sirviera de algo y se me permitiese, que lo dudo, pero en fin, me permitiría recomendarle como ciudadano europeo independiente, la búsqueda de un valor estable que el conjunto de estados del mundo pudiera reconocer como homologable y creíble, con experimentos como los probados por último, no conseguirán sino hacer el ridículo, pues el petro por ejemplo no cala ni es creíble, su nivel de fantasía es si cabe todavía muy superior al del cambio de nombres del bolívar y los dígitos que se le ocurra al gobierno de turno o al gobierno autoproclamado, como es el caso actual, decretar. 

Para Venezuela y su futuro prometedor deseamos salud fuerte pero no en un adjetivo de su divisa internacional, sino en los credenciales de la moneda, qué tal por cierto, recuperar los valores certeros del oro compartidos con otros valores más inteligentes de los que tanto nos habla el amigo Alejandro Uribe?

José Puyol

Ingeniero Industrial y de Minas

Especialista en el estudio de los productos nobles minerales, comerciante y agente internacional de metales preciosos y máximo responsable del Holding diOro


Publicación Inicial:  domingo,  13 de enero de 2019