En la actualidad y a nivel mundial, existe una gran cantidad de capitales ociosos de origen lícito, pues sus propietarios han perdido el rumbo y “viajan sin los instrumentos de navegación adecuados, como eran el sextante y la brújula del pasado o el GPS actual” –metáfora– y algunos están buscando, qué hacer con su dinero, puesto que hacen apuestas que tienen riesgos evidentes, tales como son las volátiles criptomonedas o peor aún, la ocultación de sus fondos en la banca offshore de los paraísos fiscales, porque después de 50 años desde el repudio de los acuerdos de Bretton Woods en 1971 por Mr. Nixon, debido a la eliminación del patrón oro, al uso del dinero fiat, al keynesianismo y a la pandemia Covid-19 reciente, la liquidez monetaria y la deuda global se han disparado hasta cifras astronómicas y el dinero ha ido a parar en su mayoría a manos de algunos pocos, y en opinión de varios analistas reconocidos, se avecina una recesión mundial apocalíptica, peor que la ocurrida en 1929 –la gran recesión del siglo XX, después de la euforia de los locos años 20–.
Para poder invertir en
cualquier negocio, se requiere poseer el dinero o capital, que cuando es de
origen honesto se obtiene como producto del trabajo y del ahorro o, por otra
parte, mediante la solicitud de dinero prestado.
Existen dos tipos de
inversores: los inversores reales que son los productores, quienes invierten su
dinero en negocios estables, con riesgos relativamente bajos, se preocupan por
la calidad de los productos o servicios que se generan con su inversión, obtienen
rentabilidades razonables que generalmente involucra medianos y largos plazos
para lograr un retorno de lo invertido, siendo que de esta forma se debería
generar empleo sustentable y bien remunerado, estabilidad, paz, prosperidad,
bienestar y crecimiento del PIB para las naciones –caso de Mr. Bill Gates–.
Por otra parte,
existen los supuestos “inversores” especulativos, que más que inversores son
especuladores, quienes en la mayoría de los casos utilizan solo dinero prestado
o algún dinero propio pero en bajas proporciones –apalancamiento que podría ser
de 1 propio vs 100 o más tomados a crédito–, buscando obtener ganancias en el
corto plazo, producto de la fluctuación de los precios y de las tasas de cambio
–comprando barato y vendiendo caro–, corriendo riesgos de quebrar junto con sus
prestamistas y los países donde operan y sin que les interese saber cómo se
produce la ganancia, ni los daños colaterales que puedan causar con sus praxis,
siendo que, ese tipo de inversiones son en su mayoría estériles aunque no
inocuas, pues no producen ningún tipo de bien, servicio o beneficio a los
países –caso de Mr. George Soros–.
Las crisis económicas
cíclicas que ocurren a nivel global, son en su mayoría producto de: expansiones
exponenciales de liquidez, malas prácticas crediticias e inversiones
especulativas y por esa razón, ese tipo de inversiones no son las que necesita
Venezuela actualmente para recuperarse de su crisis, puesto que ya ha estado
expuesta por casi medio siglo, a la praxis que algunos llamaron
eufemísticamente rentismo, cuya escalada se inició desde finales de 1974,
cuando se destapó la caja de Pandora en el país, al eliminar el bolívar oro, lo
que permitió implantar una teoría económica fracasada llamada keynesianismo,
donde se promueve la generación de dinero fiduciario –físico o digital– por
parte del banco central, sin respaldo y sin límites, para financiar el gasto
fiscal, promover el populismo y permitir el apalancamiento a los especuladores,
quienes usaban a través de instrumentos crediticios el dinero de los
depositantes, para adquirir divisas que enviaban a bancos del exterior,
produciendo inflación y devaluación de la moneda nacional de manera recurrente,
con lo cual licuaban sus deudas y obtenían grandes beneficios, arruinando así
al país y a sus ciudadanos.
Una vez entendida la
causa real de la crisis nacional que es de origen monetario y financiero, ahora
estamos en condiciones de dar un giro de 180 grados a la economía nacional y
corregir los paradigmas políticos y económicos errados, que tanto daño y
sufrimiento le han causado a los ciudadanos, para hacer que el país se
convierta en un polo de atracción sostenible para los inversores de le economía
real, que son los productores de la riqueza.
Para que este sueño se
convierta en realidad y no sea otra pesadilla más, en vista de que los
inversores reales son entes racionales que buscan hacer negocios serios,
estables y rentables, se requieren una serie de reglas y condiciones de
inversión, tales como son entre otras las siguientes:
Existencia de una
moneda nacional fuerte, estable y confiable, que permita conservar el valor del
dinero, para controlar la inflación, de modo que los ciudadanos puedan trabajar
y ahorrar y que ese ahorro se convierta en inversión productiva –este objetivo
se puede lograr así: respaldando y redimiendo al nuevo bolívar con oro,
eliminado el uso de la reserva fraccionaria, manteniendo la base monetaria
igual a la liquidez monetaria, colocando un encaje legal del 100 % a los depósitos
a la vista y por último, regulando y optimizando el otorgamiento de créditos en
bolívares y/o divisas, para aquellos inversores reales confirmados que lo
requieran, que deben basarse solo en captaciones de depósitos a plazo fijo, los
cuales deben ser bien remunerados, para que haya una relación ganar-ganar entre
depositantes, bancos y prestatarios–.
Libertad de cambios,
circulación y transacciones, dentro del territorio nacional, con cualquier tipo
de divisa que traigan los inversionistas de cualquier parte del mundo, donde el
gobierno y las entidades financieras permitan la implementación y la oferta de
todo tipo de instrumentos activos y pasivos eficientes para sus clientes, para
que se sienta el aporte y el soporte de una banca seria y ética, que reconoce,
conoce y apoya a sus clientes y que no esté pendiente de ver como se apropia
del dinero ajeno para mandarlo convertido en divisas al exterior, tal como
ocurría en el pasado, defraudando la confianza de los depositantes, que
entregan sus fondos en custodia, lo que no implica la entrega de la propiedad
del dinero a los custodios.
Como los factores de
producción son: tierra – recursos naturales –, trabajo, capital, tecnología,
capacidad administrativa y capacidad empresarial, teniendo en cuenta que en el
país hay recursos naturales y oferta de trabajo en abundancia, se debe promover
y preferir a los inversores que aporten su experiencia –know how–, tecnología,
capacidad administrativa y capacidad empresarial, por encima del capital, que,
aunque también es importante, no es suficiente por sí solo para que las
inversiones sean exitosas y sostenibles –favor leer sobre la ley de los
rendimientos marginales decrecientes–.
Debido a que las
inversiones reales son de mediano y largo plazo, en necesario y fundamental que
existan: estabilidad democrática y política, estabilidad cambiaria, seguridad
jurídica y seguridad personal, para todos los ciudadanos nacionales y
extranjeros sin excepción.
El buen funcionamiento
de las infraestructuras de transporte, de telecomunicaciones y los demás
servicios públicos son también de vital importancia y teniendo en cuenta que el
estado no se ha caracterizado por ser un buen administrador de las empresas
públicas, sería prudente que algunos o todos esos servicios fueran ofrecidos
mediante licitaciones transparentes en concesión a inversores internacionales
de reconocida experiencia, solvencia, trayectoria y credibilidad, para que ellos
hagan las inversiones, reestructuraciones y mejoras requeridas y que en vez de
ser una carga financiera para el gobierno nacional, estatal o municipal, se
conviertan en fuentes de ingresos seguras, tales como son regalías, rentas,
dividendos e impuestos, que sirvan para remunerar adecuadamente al resto de
empleados públicos y permitan ofrecer ingresos razonables al personal
pensionado, en vez de utilizar la emisión de dinero sin valor por parte del
banco central, lo que termina arruinando al país. Este cambio de política
económica es una forma para recuperar el salario real del trabajador venezolano
y promover el retorno de los migrantes.
Espero que estas
cortas pero profundas reflexiones hechas de buena fe, sean de utilidad y se
puedan poner en práctica, porque Venezuela debe renacer como el ave fénix, pues
el país tiene un gran potencial para ser un paraíso orientado a la inversión
real, privada, honesta, nacional e internacional, siempre que se cree y se mantenga
el ambiente propicio para atraer y conservar los capitales e inversores
honestos y capaces, tal como lo han hecho motu propio recientemente un grupo de
ciudadanos de origen chino, que no han dudado en venir e invertir sus activos
dinerarios en divisas, comprando muchos negocios quebrados y abriendo
inicialmente quincallas, donde venden diversos tipos de productos nacionales e
importados a precios razonables, evitando oligopolios, monopolios y
especulaciones, siendo que gran parte de las divisas de origen lícito que
circulan hoy en la economía nacional, son producto de estas inversiones en la
economía real de Venezuela.
Saludos cordiales,
Alejandro Uribe: Economía y Política
Ingeniero, Consultor de Empresas e Investigador
Publicación Inicial: domingo, 24 de octubre de 2021
en http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/
Nota: este artículo original de mi autoría, fue publicado en el prestigioso diario El Nacional, el 19 de octubre del 2021 y está en el enlace: Venezuela puede convertirse en un paraíso para la inversión real