Para producir
bienes y servicios se cuenta con ciertos elementos llamados factores de
producción, que son: tierra, trabajo, capital, tecnología, capacidad
administrativa y capacidad empresarial, siendo que todos estos factores deben
ser remunerados de manera honesta y adecuada con: rentas, salarios, sueldos, dividendos,
bonificaciones e idealmente con participación accionaria.
La experiencia
enseña que las empresas privadas son más eficientes que los otros tipos de
empresa y esta característica se debe a la calidad en la capacidad
administrativa y en la capacidad empresarial, lo que nuestros ancestros
simplificaban con un refrán que decía “el ojo del amo es lo que engorda al
caballo”, que se puede interpretar como que los dueños de una empresa junto
con sus administradores, deben estar muy atentos y vigilantes de su negocio, si
se quiere que este funcione de manera eficiente, eficaz y produzca utilidad.
Con las
empresas públicas se tienen algunos inconvenientes tales como, que sus dueños
son todos los ciudadanos que pertenecen a una nación, siendo que esta situación
hace que la propiedad se diluya, pues teóricamente pertenecen a todos y por
otra parte, en muchas oportunidades, los administradores son personas colocadas
por intereses políticos clientelares o por nexos familiares, quienes en la gran
mayoría de los casos no poseen las: experiencias, habilidades, destrezas y
conocimientos, propios de la administración, que se requieren para ejercer las
funciones administrativas fundamentales que son: planificar, organizar,
dirigir, coordinar y controlar y de esta forma, aparecen ciertas debilidades
como son la ineficiencia y la corrupción.
Cuando las
empresas públicas no son autosustentables y además se convierten en entes
burocráticos improductivos, el estado debe subsidiarlas y para financiar sus
costos y sus gastos, como son por ejemplo las nóminas abultadas, aunque haya
salarios muy precarios, deben echar mano de las recomendaciones keynesianas de
solicitar que los bancos centrales produzcan dinero ex nihilo –de la nada– lo
cual es una actividad insostenible en el tiempo, que ha sido amargamente
comprobada, pues la emisión monetaria de cantidades exponenciales de liquidez
sin que haya producción en la contrapartida, genera: pérdida del valor del
dinero, inflación, uso de prácticas devaluatorias y especulativas, que conducen
a la creación de crisis: económicas, políticas, sociales y humanitarias donde:
ciudadanos, empresas, bancos y países terminan arruinados y quebrados.
Para el caso de
Venezuela, existen al menos 905 empresas públicas y mixtas, según datos tomados
de la página web Empresas propiedad del estado venezolano que están ubicadas tanto en Venezuela
como en el exterior.
Dentro de ese
conjunto de empresas públicas hay entidades con diversos tipos de actividad
económica, que producen bienes y servicios, tales como son entre otros sectores:
Hidrocarburos, agroalimentario, manufactura, recreación, servicios empresariales,
transporte, químico, servicios públicos, minería, forestal, logístico,
financiero, construcción, metalúrgico, comunicaciones, comercio, salud,
vialidad, gestión, turismo, consultoría, procura, saneamiento, inmobiliario, telecomunicaciones
y obras civiles.
Como se puede
observar, existe una gran variedad de actividades económicas dentro de estas
empresas públicas o mixtas, lo cual representa una riqueza potencial abundante
y una gran oportunidad para incrementar el PIB, generar empleos y divisas,
aumentar la recaudación de impuestos o dividendos, mejorar sueldos o salarios
no solo de los trabajadores adscritos a estas entidades privatizadas, sino
también para los pensionados, jubilados y el resto de los aproximadamente 5.500.000
millones de empleados públicos existentes actualmente.
Para lograr que
este enorme potencial de las empresas del estado se convierta en riqueza real
para la nación, se requiere utilizar los factores de producción tales como son:
capital fresco en divisas, tecnología, capacidad administrativa y capacidad
empresarial, siendo que solo las inyecciones de capital no son suficientes y
por tal razón, se debe privatizar u ofrecer en concesión –a empresas serias y
reconocidas mundialmente, que tengan experiencia en los rubros a privatizar– un
conjunto de empresas públicas no autosuficientes y que no sean consideradas
estratégicas para la nación.
Para atraer a
los inversores reales adecuados, es necesario que haya estabilidad: monetaria,
cambiaria y política, así como también seguridad jurídica, pues gestionar una
empresa seria y exitosa requiere invertir no solo el dinero sino también
aportar: compromiso, tiempo, esfuerzo, planificación, dedicación, experticia y
mucho trabajo, actividades que no son propias de los especuladores que solo
quieren tomar dinero prestado e irse rápido con la cabuya en la pata, sin
trabajar ni producir nada.
Alejandro Uribe: Economía y Política
Ingeniero, Consultor de Empresas e Investigador
Publicación Inicial: 25 de enero de 2023
en http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/
Nota: este artículo original de mi autoría, fue publicado en el prestigioso diario El Nacional, el 24 de enero del 2023 y está en el enlace: La importancia de la empresa privada para Venezuela