domingo, 26 de septiembre de 2021

Prácticas especulativas

En el diccionario de la real academia española, existen 11 definiciones de la palabra especular, que dependen de 2 etimologías latinas bien distintas; pero a los efectos de este artículo de opinión con orientación económica, usaré como definición del término especular, la afirmación que dice: “Especular es efectuar operaciones comerciales o financieras con la esperanza de obtener beneficios aprovechando las variaciones de los precios o de los tipos de cambio” o de manera más simple: “es la práctica de obtener un beneficio económico comprando barato y vendiendo caro”.

Se ha hecho una costumbre manipulada y manipuladora, confundir la semántica relacionada con los verbos especular e invertir, siendo que el inversor real se interesa por las características fundamentales del bien o servicio donde invierte su capital financiero e intelectual y tales características son: calidad, utilidad, estabilidad, credibilidad, sostenibilidad y rentabilidad, de lo que se produce o se mercadea, mientras que el especulador solo desea obtener el máximo beneficio en el menor tiempo posible, sin ningún otro tipo de consideración y como ejemplos, con ánimos netamente didácticos, podríamos citar a un inversor real como es Mr. Bill Gates –fundador de la empresa Microsoft, quien creó el sistema operativo actual más popular, llamado Windows– que actualmente es el mayor terrateniente en EEUU y como inversor se dedica a la producción de alimentos de origen agrícola, mientras que en el campo de los especuladores podríamos mencionar a Mr. George Soros, cuyas ganancias provienen de la manipulación de los precios en la bolsa y de las tasas de cambio, tal como ocurrió cuando ganó 1.000 millones de dólares en un solo día, quebrando al Banco de Inglaterra –hecho ocurrido el 16 de septiembre de 1992 y llamado el miércoles negro– mediante la obtención de dinero con facilidades crediticias y la manipulación del tipo de cambio con la libra esterlina.

Se debe tener bien claro, que por la costumbre de comprar barato para vender caro –acción de especular– la especulación se ha camuflado con la actividad comercial honesta y en principio ha sido considerada una actividad legal –aunque no todo lo legal es necesariamente: ético, correcto, justo u honesto– pero en muchos casos, donde esta acción esté acompañada por otras acciones adicionales tales como son: acaparamiento de bienes, negación o mal funcionamiento de los servicios, competencia desleal, oferta de bienes y servicios ficticios, manipulación de los precios, apalancamiento mediante créditos en bancos de reserva fraccionaria y establecimiento de monopolios u oligopolios, entre otras desviaciones, que aunque no sean penalizadas por la ley, la especulación per se, no podría considerase 100% ética y termina distorsionando el equilibrio de los libres mercados, que en principio deberían responder a las fuerzas de oferta y demanda, sin la intervención de otras fuerzas espurias e improductivas, siendo que esas distorsiones conducen a crisis económicas cíclicas.

Podríamos considerar que en principio existen dos tipos de especulación, que son la comercial y la financiera, de modo que para ilustrar la de tipo comercial, relataré a continuación algunos casos que me ocurrieron recientemente:

Debido a que las casas requieren periódicamente mantenimiento, para reparar daños de elementos que se deterioran con el uso, el paso del tiempo o por fallas que son producto de vicios ocultos de construcción, tuve que comprar cierta cantidad de cemento y las primeras bolsas que por cierto, no son los sacos de papel tradicionales de 45 kilogramos, sino un cemento en bolsas plásticas que llaman “a granel” y que tiene menos peso que los sacos originales, de modo que compré inicialmente 2 bolsas de 38 kilogramos c/u a precio de 7 dólares por bolsa, pero al utilizarse todo el contenido, tuve que buscar más cemento para continuar con la obra y recorrí muchas ferreterías y negocios de materiales de construcción, pero me llevé una sorpresa, porque en ninguno de ellos había existencia del material solicitado y solo me ofrecían bolsas de a un kilo muy caras, pareciendo ser una situación extraña del tipo cartelización y luego de seguir buscando, pude conseguir las bolsas de 38 kilogramos, pero a 9 dólares por cada bolsa, lo cual implica que el insumo había sufrido un aumento de 26,6 % en una semana, sin que hubiera habido incremento de salarios ni de tarifas de servicios u otros aumentos y como los precios en Venezuela están en dólares, no se justifica una inflación en divisas de esa magnitud –si esa fuera la excusa–, cuando en el país emisor del dólar, existe inflación por la expansión de liquidez actual, pero no pasa del 5 % anual por ahora.

Además del cemento, el maestro de la obra me solicitó tres codos de PVC de 90° y comencé mi búsqueda, siendo que conseguí precios en dólares diferentes en cada negocio visitado, tales como: 9, 7, 6, 5, 4, 3 o 2.5 por codo y al final, compré dos codos de 2.5 dólares c/u a un vendedor informal y el otro codo restante por 3 dólares en una ferretería, pero teniendo en cuenta que esos artículos son hechos en Venezuela, con materia prima y mano de obra nacional sub pagada, no veo ninguna racionalidad económica, para que exista una diferencia tan abismal de precios entre el máximo y el mínimo de un 260 %.

También tuve que comprar una rejilla y su soporte de bronce de 4 pulgadas para el desagüe del patio y hacía una semana que en una ferretería me habían pedido 8 dólares por ella, pero el día que fui a comprarla, su precio estaba en 10 dólares, lo que implicó un aumento porcentual de 25 % en siete días.

A la práctica de aumentar constantemente los precios que están en divisas en Venezuela, sin ningún tipo de racionalidad económica, solo la puedo catalogar como una distorsión especulativa perversa, puesto que el país está en una economía dolarizada por el lado de la oferta, pero con los salarios mínimos mensuales que están cerca de los 2 dólares mensuales y con los precios internacionales en dólares, considero que mientras se siga con estas malas prácticas especulativas por parte de algunos comercios y se quiera mantener envilecido al salario de los ciudadanos –mediante la ley del embudo–, no será posible la recuperación económica nacional, puesto que para que crezca la oferta agregada o PIB, es necesario incrementar la demanda agregada –que necesita de ciudadanos con ingresos que tengan capacidad de compra y agentes económicos con ética en los negocios– y existen algunos supuestos expertos económicos histéricos, que le piden al gobierno que no aumente los salarios reales de los trabajadores, porque les parece que un salario mensual mayor de 7 bolívares digitales –después de la reconversión monetaria, que serán menos de 2 dólares– podría quebrar a los pobres especuladores, que mantienen sus precios dolarizados, pero que pagan los salarios pírricos en bolívares devaluados y devaluables.

Por otra parte, esos mismos supuestos expertos también le solicitan al gobierno que disminuya el encaje legal para permitirle a los bancos que puedan disponer más fácilmente de casi la totalidad de los depósitos de sus clientes para prestarlos a tasas reales cero o negativas, de tal forma que se transfieran los activos monetarios en divisas o en moneda nacional de los clientes hacia los prestatarios ineficientes, para que puedan enviar los fondos al exterior, donde pueden ser estafados por delincuentes financieros internacionales, tal como ya ocurrido en el pasado, siendo que con esas prácticas solo se logrará incrementar: inflación, devaluación, especulación financiera y el deterioro del patrimonio de los ahorristas, junto con el envilecimiento del ingreso de quien trabaja, ahorra, invierte y produce, puesto que “con ese tipo de supuestos asesores económicos amigos, el país no requiere de otros enemigos” (metáfora).

En mi opinión, en una economía sana que se oriente hacia la producción en vez de la especulación, el único ente que debe generar moneda nacional, independientemente de su formato, debe ser el banco central, tal como lo indican las constituciones de las diversas naciones; la moneda nacional debería estar anclada y respaldada por oro, para que sea unidad de medida honesta y de mantenimiento de valor; los depósitos a la vista ya sean en divisas o en moneda nacional, deben tener un encaje legal del 100 % –es decir, deben estar siempre disponibles para cuando el cliente los solicite y no ocurra lo de las cuentas en divisas del convenio cambiario número 20, que están en el limbo– y los créditos otorgados a los inversores reales, deben basarse solo en depósitos a plazo fijo, que deberían cobrar y pagar tasas de interés competitivas y solo ese tipo de depósitos debería tener un encaje legal cercano a cero, para favorecer el ahorro voluntario real; de tal manera que al recuperar el poder del ahorro, la credibilidad en la moneda, hacer al consumo más racional y a la inversión más productiva y eficiente, como consecuencia inherente a la caída de la inflación de consumo y también de activos, para que se produzca un incremento en los salarios reales y también de esta manera se eviten quiebras futuras de bancos y crisis financieras indeseables, como ha ocurrido en tiempos pasados con algunos casos tales como fueron Lehman Brothers en EEUU o los casos del Banco Latino y del Grupo Latinoamericana Progreso en Venezuela, por el uso de prácticas crediticias no inocuas y riesgosas, como son el uso de la reserva fraccionaria al crear dinero de la nada para otorgar créditos y la aplicación de encajes legales cercanos a cero para los depósitos a la vista, que conducen inexorablemente hacia la quiebra de la economía.

Finalmente, una dicotomía que en el pasado les hacía perder el tiempo y la energía en discusiones estériles y bizantinas a los ciudadanos, era dividir y enfrentar a la gente entre capitalistas y socialistas, pero para los amantes de las dicotomías, actualmente es preferible hacer una taxonomía entre productores y especuladores, pues mientras los primeros crean riqueza para las naciones, los segundos se apropian indebidamente de los activos ajenos, mediante la manipulación de precios, tasas de cambio y la creación de leyes y normas sobrevenidas, promovidas por politiqueros mantenidos por los especuladores, si analizamos los casos de Mr. Gates y Mr. Soros, tal como fueron expuestos en los párrafos anteriores.


Saludos cordiales,


Alejandro Uribe: Economía y Política
Ingeniero, Consultor de Empresas e Investigador

Publicación Inicial: domingo, 26 de septiembre de 2021
en http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/

Nota: este artículo original de mi autoría, fue publicado en el 
prestigioso diario El Nacional, el 14 de septiembre del 2021 y está en el enlace: Prácticas especulativas

viernes, 24 de septiembre de 2021

Universidad en tiempos de pandemia

La Universidad –llamada metafóricamente Alma Mater o madre que alimenta intelectualmente a sus alumnos– es una institución educativa fundamental e indispensable para la formación, el desarrollo y el progreso de las personas, las naciones y el mundo, e históricamente, se sabe que la entidad universitaria más antigua en la cultura occidental, ha estado funcionando ininterrumpidamente desde 1088 hasta el presente –durante 933 años— y es la universidad de Bolonia-Italia y justamente, su lema es “Alma mater studiorum - Petrus ubique pater legum Bononia mater” y de esta frase, es probable que se derive la metáfora usada para referirse a la Universidad en general, como Alma Mater.



Algunos exalumnos destacados de esa longeva y prestigiosa universidad italiana fueron: Nicolás Copérnico –astrónomo, quien formuló el modelo cosmológico heliocéntrico–; Paracelso –alquimista y médico, fundador de la toxicología–; Marcello Malpighi –anatomista y biólogo, fundador de la histología–; Luigi Galvani –médico, fisiólogo y físico, cuyas investigaciones permitieron descubrir la naturaleza eléctrica del impulso nervioso–; Guglielmo Marconi –ingeniero electrónico, premio nobel de física en 1909, investigador de la radiotransmisión a larga distancia o comunicación inalámbrica, que es una técnica básica para las telecomunicaciones actuales y fue el creador de la ley de Marconi, la cual indica que la distancia máxima alcanzada de la transmisión de una señal de radio, es directamente proporcional al cuadrado de la altura de la antena del emisor–.

Con estos ejemplos anteriores mencionados, no hay lugar a dudas, sobre la importancia fundamental que tiene la universidad, para el avance de las ciencias y las artes, que favorecen a toda la humanidad, permitiendo su avance y progreso con el transcurrir del tiempo, lo cual implica que toda inversión, corrección, mejora o actualización, que se haga sobre esta institución educativa, será recompensada con creces, por los aportes de los profesionales que egresan graduados periódicamente de sus aulas, quienes se dedican a investigar, enseñar, trabajar y producir: bienes, servicios y conocimientos, que son la verdadera riqueza de las naciones.

Pero en tiempos de pandemia como es la Covid-19 actual, el funcionamiento y la continuidad de las operaciones de la universidad está restringido y amenazado, debido a que, entre otras causas, desde hace año y medio, ha existido un receso o al menos su actividad y la cantidad de alumnos se han visto disminuidos –al igual que lo que ocurre con otras actividades humanas, por razones obvias– pues existe un alto riesgo de que los contagios con SARS-CoV-2 se multipliquen de manera exponencial y se cree un caos sanitario de tal magnitud, que no sea humanamente controlable, de acuerdo con la experiencia que se ha observado en algunos países con altos niveles de desarrollo, puesto que aunque se lograra vacunar con las dos dosis básicas a todos los involucrados –estudiantes, profesores, familiares, personal obrero y administrativo– el virus está mutando y generando nuevas cepas mucho más contagiosas y letales que las originales, como es la variante Delta, por lo cual no es racional, sensato ni prudente, que los ciudadanos se sometan a ese riesgo real, con algo nuevo, desconocido y peligroso, al menos por ahora, pues eso sería similar a si un grupo de pescadores imprudentes se hicieran a la mar, a sabiendas de la existencia de una gran tormenta en el océano, que todos sabemos en lo que puede terminar.

Hay un proverbio que dice: lo malo es enemigo de lo bueno, pero lo bueno es enemigo de lo excelente y quizás, este pensamiento cuya versión original es de Voltaire –tiene diversas interpretaciones, dependiendo del pensador que lo analice– y que en mi opinión, si observamos la hegemonía de la casta de los escribas en el antiguo Egipto –que eran muy buenos en su trabajo, pero eran de los pocos que sabían leer y escribir y con esas habilidades intelectuales, se imponían sobre faraones y ciudadanos– si en su época hubiera aparecido un invento mejor como la imprenta, con toda seguridad esos escribas la hubieran criticado y rechazado, pues les hubiera hecho perder el poder monopólico que ostentaban, tal como sucedió el 1450 con los copistas, cuyo trabajo era copiar libros a mano, siendo que la velocidad de copiado era de un libro por copista cada dos años, dependiendo de la extensión del libro y la historia nos indica, que en el lapso 1400-1450 –durante la vida de Johannes Gutenberg, anterior a su invento de la imprenta en la ciudad de Maguncia Alemania– en Europa se habían copiado a mano, cerca de veinte mil libros en 50 años, pero entre 1450-1500 en otros 50 años, solo en Europa se imprimieron entre 12 y 20 millones de libros, de los cuales el más famoso y reproducido fue la biblia cristiana.

En la actualidad, un invento basado en las nuevas tecnologías de información y comunicación llamado Internet, ha roto ciertos paradigmas del pasado y ha provocado una revolución tecnológica, donde ciertos bienes y servicios tales como son: libros impresos, dinero fiat, servicios postales de correo, banca tradicional o casas de cambio, tienden a ser sustituidos por otros más eficientes, eficaces, rápidos e inmateriales, como son: los libros digitales, los audiolibros, los videos, las criptomonedas, los correos electrónicos, la banca virtual o los exchanges.

Al igual que los inventos ya obsoletos del pasado, que fueron útiles en su momento, pero han cambiado de forma para mejorar, también la educación universitaria debe ser actualizada y mejorada, para permitir que los estudiantes en cualquier tiempo y lugar donde se encuentren, sin limitaciones, puedan cursar sus estudios formales de tercero, cuarto o quinto nivel; pero infortunadamente, debo decir con alguna preocupación, que quizás aún algunos: rectores, consejos universitarios, docentes y otros entes diversos, desearían que se siguieran usando las herramientas del pasado –tiza, marcador, pizarrón, pupitres, cuadernos, lápices, libros y clases o laboratorios presenciales–, lo que implica altos costos y gastos, pero con bajos niveles de eficiencia-eficacia, pérdida de energía, recursos y tiempo de vida y además, riesgos sanitarios, al pretender movilizar y concentrar hacia los bellos campus universitarios al personal relacionado con la actividad educativa y por lo tanto, creo que es muy oportuno, considerar que debido a la situación sanitaria actual –que nadie sabe a ciencia cierta, cuando podrá ser controlada– los responsables de sector educativo deberían revisar con seriedad y responsabilidad, la posibilidad de ofrecer las carreras profesionales de alta calidad –para que los estudiantes no sigan perdiendo un tiempo de vida valioso, irrecuperable y que no tiene sustituto– bajo la modalidad virtual, al menos en la universidad privada para comenzar, tal como ocurre con otras actividades comunes, como son la banca virtual, la visualización de películas, el soporte remoto o una actividad menos santa, como es la pornografía, que aprovechan todas las facilidades que brinda la www.

La implementación de la universidad en su modalidad virtual y el uso de simuladores digitales donde sea posible, para realizar prácticas de laboratorio, las he venido exponiendo en artículos anteriores, donde explico su conveniencia y sus bondades, pero para no ser reiterativo con mis opiniones respecto a este tema y como “lo bueno si es corto es dos veces mejor”, para más detalle, esas publicaciones pueden consultarse en la página web de este prestigioso medio informativo, en los siguientes enlaces:

Universidad virtual 



Saludos cordiales,


Alejandro Uribe: Economía y Política
Ingeniero, Consultor de Empresas e Investigador

Publicación Inicial: viernes, 24 de septiembre de 2021
http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/

Nota: este artículo original de mi autoría, fue publicado en el 
prestigioso diario El Nacional, el 07 de septiembre del 2021 y está en el enlace: Universidad en tiempos de pandemia

domingo, 19 de septiembre de 2021

Prudencia y sinceridad en tiempos de pandemia

Es muy importante que los ciudadanos y los gobiernos en todo el mundo, terminemos de entender y de convencernos, que la pandemia Covid-19 no es un juego trivial, sino que por el contrario, es una grave amenaza real para toda la humanidad, que enferma, inutiliza y mata a mucha gente, que quizás, por desconocimiento, ignorancia o negligencia, no es suficientemente prudente y cuidadosa, a la hora de decidir si vacunarse o no y peor aún, al no respetar los protocolos de bioseguridad, recomendados por los expertos en salubridad, que son promovidos y avalados por la Organización Mundial de la Salud.

Para aportar valor a este contenido original e ilustrar la afirmación anterior, en mi caso particular, puedo citar la historia de 6 personas conocidas, que eran relativamente jóvenes algunas de ellas y aparentemente estaban saludables, pero fallecieron a causa de este letal virus, en el siguiente orden cronológico: un excompañero de trabajo del siglo pasado, dueño de un colegio privado, donde estudiaron tres de mis hijos, quien falleció hace un año; mi proveedor de agua, dueño de un camión cisterna, menor de 50 años, que pasó a mejor vida hace 2 meses; un amigo quien tenía 52 años y era el padre de una niña que estuvo en la guardería de mi esposa –cuando ella se dedicaba a actividades docentes– y este amigo abandonó el mundo de los vivos hace mes y medio; un vecino menor de 50 años, quien murió hace un mes; mi suegro de 76 años, quien falleció hace 20 días y por último, una prima de mi esposa, quien tenía 46 años, vivía en la Guaira y partió para el más allá, el día de ayer –27 de agosto de 2021–.

En el caso del padre de mi esposa, antes de enfermarse le había llegado un mensaje de texto con la convocatoria para vacunarse, pero no quiso hacerlo y con el paso del tiempo, llegó un momento en que empezó a sentir los síntomas de un aparente resfriado, que se fue complicando y aunque vivía en su propia parcela con su compañera, estaba relativamente aislado de la gente – y aún no entendemos la forma como pudo contagiarse– de modo que una vez diagnosticada la enfermedad, aunque se hizo todo lo que estuvo al alcance de los médicos, siguiendo todos los procedimientos y tratamientos recetados sin escatimar recursos, no pudo superar la Covid-19 y falleció en menos de 15 días de haberse iniciado los síntomas.

Debo hacer énfasis para efectos didácticos en el caso de mi familiar cercano, que esta experiencia fue muy traumática para todos miembros de la familia del enfermo, quienes se activaron al máximo y respondieron solidariamente –aún quienes están en el exterior– ante una eventualidad de tal calibre, donde no se puede perder tiempo valioso, lo que implica mucha actividad, movilización, cansancio, estrés, noches sin dormir, impacto sicológico y también gastos importantes, de tal forma que a manera de ilustración para los lectores, cada inyección del antiviral Remdesivir –que no es muy fácil de conseguir en Venezuela– tenía un costo de 100 dólares y hubo que aplicarle 5 dosis de ese fármaco, entre otros muchos medicamentos utilizados –que dadas las condiciones del país, donde el ingreso del ciudadano común es menor de 2 dólares al mes, son muy pocos quienes pueden sufragar los gastos de medicamentos y exámenes requeridos, aunque el servicio médico sea gratuito– pero en los casos de preservar la salud y la vida de los familiares, el aspecto económico pasa a ser secundario y solo importa que el paciente se recupere.

En vista de lo anterior, debo enfatizar la importancia que representa en primer lugar vacunarse con las dos dosis existentes e idealmente, cuando esté disponible, aplicar el refuerzo de inmunización con la tercera dosis y mantener un cumplimiento estricto de los protocolos de bioseguridad, que se basan en los siguientes aspectos simples pero fundamentales: uso correcto de mascarillas, distanciamiento social, desinfección de superficies, lavado de manos y evitar hasta donde sea posible: reuniones, visitas, abrazos, besos o aglomeraciones, pues he observado que existe un relajamiento de los protocolos sanitarios y la gente que no cumple con las normas establecidas, se molesta si se les reclama e incluso en: centros de salud, negocios, supermercados y carnicerías, entre otros lugares, he visto que algún personal de diversas áreas y cajas, usan el tapabocas en la barbilla o cubriendo solo la boca, por falta de control de sus supervisores, lo cual, para ser bien crudo y realista es “similar a la utilidad de usar un preservativo en los testículos”.

Por otra parte, es necesario utilizar los medios de comunicación social serios, para realizar campañas de concientización ciudadana, donde se muestren los efectos reales de la Covid-19 y sus secuelas, que no solo afectan al sistema respiratorio sino también a otros órganos, como es el corazón y al resto del sistema circulatorio, pudiendo provocar embolias e infartos agudos de miocardio, a quienes tienen problemas cardíacos, tal como se explica en Salud prevención Covid-19 corazón de tal modo que algunos casos de muerte súbita no se contabilizan como producto de la Covid-19, sino solo como infartos, produciendo un sub-registro en las estadísticas oficiales y por esa causa, los negacionistas aducen que los casi 216 millones de contagiados y los 4,5 millones de muertes hasta la fecha son poca cosa, si se tiene en cuenta que la población mundial es de 7,8 mil millones de personas, lo que porcentualmente serían cifras muy bajas por el impacto de la Covid-19, pero no consideran que estas estadísticas de enfermos no son 100 % precisas y que por otra parte, son bajas porque se detuvieron a tiempo los viajes internacionales, que eran una fuente de propagación global de la pandemia, siendo que el gran problema, es que a mayor número de contagiados, se generan nuevas variantes del virus más contagiosas, letales y agresivas, como es la mutación Delta, que ha obligado a países que tienen altos porcentajes de vacunados a regresar al uso de los protocolos sanitarios, al cierre de colegios, universidades y negocios, como fue el caso de Israel –país muy organizado y eficiente, que hizo florecer el desierto con riego por goteo– donde autorizaron el regreso a clase de los niños, pero algunos de ellos contagiaron a otros compañeros y estos a la vez contagiaron a sus familiares y al dispararse de nuevo las cifras de infectados, aún en los vacunados con las dos dosis, tuvieron que proceder a cerrar de nuevo centros educativos, negocios y a restringir el turismo, siendo que actualmente están aplicando la tercera dosis a la población, que es útil contra la variante Delta.

En el caso de Venezuela, considero que es de vital importancia aumentar la velocidad de vacunación con las dos dosis, tratar de revisar y de sincerar las cifras de: vacunados, contagios y muertes, para no generar sentimientos irreales de seguridad, que hagan pensar a los ciudadanos que ya no existen riesgos, cuando aún la crisis sanitaria no ha pasado y por otra parte, creo que ofrecer el regreso a clases presenciales para Octubre 2021 es poco prudente y realista, siendo que en el caso de las universidades –al menos las privadas– deberían ofrecer como contingencia carreras virtuales, que les permitan a los estudiantes no seguir perdiendo su tiempo o correr riesgos con su salud, su vida y la de sus relacionados, porque en mi modesta opinión, no habrá salida de esta crisis de salud al menos en este año, si se considera lo que ha pasado en otros países, con mayores recursos y mayor porcentaje de vacunados con las dos dosis, que tuvieron que reversar las decisiones de oferta de una nueva realidad sin riesgos, lo que aún no se había logrado.

Así que lo mejor que podemos hacer es promover la prudencia y la sensatez por parte de los ciudadanos y de parte de los gobiernos es necesario que haya sinceridad en el manejo de las estadísticas de enfermos, muertos y vacunados, junto con la búsqueda de mayor eficiencia en el manejo de los planes de vacunación, el fortalecimiento de la infraestructura sanitaria y la existencia de inventarios con insumos y medicinas para tratar la pandemia, junto con el monitoreo constante del comportamiento de la enfermedad, que aún no parece estar controlada en ninguna parte del mundo y más aún, cuando las mutaciones más agresivas siguen apareciendo para complicar más el panorama a nivel global, sin perder de vista que no hay nada más importante que preservar la salud y la vida de los ciudadanos a nivel local y global.

Finalmente, en las estadísticas mostradas en Estadísticas Covid-19 hay cifras preocupantes para el continente americano, donde están 4 países con las mayores cantidades de contagios por Covid-19 en el mundo, de la siguiente manera: Estados Unidos en primer lugar con 39 millones –efecto Trump–, Brasil en tercer lugar con 21 millones –efecto Bolsonaro–, Argentina en octavo lugar con 5 millones y Colombia en el noveno lugar con cerca de 5 millones de contagiados y por otra parte, los gobiernos hacen mucho énfasis en la cantidad de recuperados, sin considerar que dichas recuperaciones pueden dejar secuelas, que en algunos casos implican la incapacidad del supuesto recuperado.

Espero haber dejado muy clara mi opinión, sobre la importancia del buen uso de las virtudes llamadas prudencia y sinceridad, en estos tiempos de pandemia, por parte de los ciudadanos y los gobiernos, cuyo mayor deseo no es otro que poder regresar a una nueva normalidad relativa, pero de la forma más segura y confiable para preservar la salud y la vida de las personas, que constituyen sus activos no fungibles más valiosos.

Saludos cordiales,


Alejandro Uribe: Economía y Política
Ingeniero, Consultor de Empresas e Investigador

Publicación Inicial: domingo, 19 de septiembre de 2021
http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/

Nota: este artículo original de mi autoría, fue publicado en el 
prestigioso diario El Nacional, el 31 de agosto del 2021 y está en el enlace: Prudencia y sinceridad en tiempos de pandemia

lunes, 6 de septiembre de 2021

Errar reiterativamente en política y economía

El científico Alemán de origen judío más popular del siglo XX fue Albert Einstein (1879 - 1955), quien recibió el premio Nobel de física en 1921 y es el autor de las teorías especial y general de la relatividad, junto con la ecuación más famosa del mundo, que rige la conversión de materia en energía: E = MC2 –la energía es igual a masa por el cuadrado de la velocidad de la luz– pero este investigador además de su ciencia, nos legó un conjunto de pensamientos: sabios, cortos, profundos y sinceros, aunque muy duros en algunos casos, de los cuales utilizaré tres para ilustrar este artículo y el primero que viene como anillo al dedo –en los asuntos relacionados con la esquizofrenia económica actual a nivel global– es la siguiente afirmación: “Una locura es hacer la misma cosa una y otra vez, esperando obtener resultados diferentes. Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

Desde el comienzo de la historia del hombre, los seres humanos observaron y entendieron, que cada persona tenía capacidades y habilidades diferentes y sin que nadie se los dijera, comenzaron a crear una forma primitiva de división del trabajo, donde algunos seres se dedicaban a la caza, otros a la pesca y otros a la recolección de frutos, raíces y semillas, siendo que con el crecimiento de las poblaciones y la inestabilidad climatológica, había que buscar métodos eficaces que fueran más sostenibles y estables y así fue como nacieron los procesos productivos, tales como son la agricultura, la ganadería, el almacenamiento y la conservación de los alimentos y además, junto con esas actividades especializadas, apareció el comercio entre las personas –que no es un producto per se, pero si es un servicio indispensable– que facilita el intercambio de los bienes producidos y que al principio se basaba en el trueque, lo cual era complicado, pues se requería un patrón de medida, que permitiera valorar los productos, para buscar equivalencias y hacer los intercambios equitativos, siendo que de esta forma se inventó el dinero, que inicialmente era: piedras, conchas, hojas, plumas, huesos, semillas, sal, etc, hasta que la inteligencia humana introdujo como dinero por excelencia a un metal, que se encontraba libre en los lechos de algunos arroyos y ríos, era escaso, incorruptible, duradero y además cumplía las tres funciones requeridas del dinero, que son ser unidad: de cuenta, de intercambio y de reserva de valor.

Por ser el oro un metal noble, brillante, hermoso y escaso, ha sido considerado y aceptado por todos los seres humanos como el mejor dinero real que existe, siendo atesorado y usado desde tiempos muy remotos e históricamente, fue el origen de la estabilidad y el progreso económico en ciudades-estado, naciones e imperios, como fueron por citar solo algunos, los imperios: romano, inca y azteca; las ciudades-estado tales como Florencia y Venecia –en el renacimiento de la edad media–; el imperio napoleónico –después de la revolución francesa, que dejó a Francia en la ruina–; el imperio norteamericano –después de la segunda guerra mundial y hasta 1971, cuando Europa quedó destruida y arruinada– y finalmente Venezuela –desde 1918, época del general Juan Vicente Gómez, hasta finales de 1974, en tiempos de Carlos Andrés Pérez, cuando se destapó la caja de Pandora con el uso del dinero fiat y se empezó el deterioro monetario que ha permanecido haciendo estragos hasta el presente–.

El 15 de agosto de 1971 –hace medio siglo– Mr. Richard Nixon repudió los acuerdos de Bretton Woods, que eran un compromiso adquirido por la gran nación americana del norte, para reconstruir la economía global, devastada por la segunda guerra mundial, cuando se ofreció el dólar de EEUU como moneda de reserva mundial respaldada por oro, a razón de una onza troy por cada 35 dólares, compromiso que no se pudo cumplir, por haber usado la emisión de dinero en cantidades astronómicas, para financiar los costos de la guerra de Vietnam y por las recomendaciones del monetarista Mr. Milton Friedman, quien ganó el premio Nobel de economía en 1976 –ese 15 de agosto de 1971, fue el momento preciso en que se jodió EEUU–.

Actualmente es probable, que unos viejos sabios como son Mr. Biden y sus asesores en asuntos estratégicos se hayan percatado, que su país no puede ni debe seguir con las prácticas políticas, económicas y geopolíticas erradas del pasado, que se basaban en invadir a países –como Vietnam, Libia o Afganistán, entre otros–, para gastar tiempo, energía o recursos y perder valiosas vidas humanas de manera estéril e improductiva y por otra parte, para promover a los especuladores financieros –quienes no trabajan ni producen nada útil– mientras la nación se arruinaba y otros países como China, actualmente progresan en diversas áreas, porque han descubierto la bondad de las virtudes certificadas por la experiencia, que son generadoras de: paz, bienestar, riqueza y prosperidad para aquellas naciones, que tienen la suerte de contar con verdaderos estadistas en sus gobiernos y estas virtudes bondadosas no son otras que: educación, investigación, trabajo, ahorro, inversión, productividad y producción, en un ambiente honesto y con una moneda estable y confiable, donde para el caso particular de EEUU, bien se podría hacer uso de las 8.000 toneladas de oro que teóricamente reposan ociosas en los sótanos de Fort Knox, para hacer que otra vez su moneda sea fuerte, creíble y estable, al ser respaldada por oro.

En el caso de Venezuela –cuando existía el bolívar oro– en 1966 con un bolívar se compraban 8 arepas de maíz sin relleno hechas en horno, es decir, cada arepa tenía un precio de una locha –12,5 céntimos–; con un fuerte –moneda de 5 bolívares– se cubría el consumo diario de una familia pequeña y con un marrón –billete de 100 bolívares, que era la máxima denominación– se hacía un mercado que duraba casi un mes y hasta en los pueblos más remotos y humildes de la nación, existían: mercados, bodegas, quincallas y pulperías, donde se conseguía toda clase de artículos y/o productos alimenticios.

A partir de la década de 1970 y hasta el presente, un grupo de supuestos expertos económicos, políticos y seudo intelectuales, comenzaron a recitar los siguientes mantras, para engañar a ciudadanos y gobernantes ingenuos: el bolívar está sobrevaluado, el país sufre de la enfermedad holandesa, se deben hacer devaluaciones competitivas para poder exportar, la expansión de liquidez monetaria no genera inflación, si quitamos el control de cambio nos tumban, etc, y con esas falacias se eliminó el bolívar oro en 1974 y se empezó la creación de dinero fiat de la nada, en cantidades astronómicas, que junto con a la devaluación, la inflación, el control de cambios y las reconversiones monetarias cíclicas han: destruido el tejido productivo nacional, envilecido el ingreso del ciudadano, causado la exportación de capital y talento humano y por lo tanto, colocaré como reflexión la segunda frase famosa de Albert Einstein que dice: “Nunca se puede resolver un problema en el mismo nivel en el que fue creado” lo cual puede interpretarse de la siguiente manera: “Nunca se puede resolver un problema usando las mismas prácticas, herramientas y asesores con el que fue creado dicho problema”, que en el caso tanto de EEUU como de Venezuela, son las recomendaciones y las políticas económicas fracasadas y repetidas ad infinitum, por supuestos expertos, que han demostrado su ineficacia de manera reiterada.

Por último y con relación a algunos aspirantes a políticos, que al no tener las capacidades ni las virtudes propias de los estadistas, recitan mantras y pretenden continuar haciendo experimentos con el país, aunque su impericia e incapacidad hacen las delicias de los grupos económicos, financieros o geopolíticos, que los promueven y tratan de imponer y por tanto, se ignora, se desprecia y se repudia a aquellos ciudadanos que tienen experiencia y capacidad comprobadas, quienes con su sabiduría y voluntad de servir al país, mediante la utilización de asesorías adecuadas, capaces y honestas –debido a que no existen superlíderes ni iluminados que se las sepan todas– podrían resolver los problemas nacionales crónicos, que son reiterativos y por tal razón, los diálogos sinceros en México y también en Venezuela, entre el gobierno, toda la oposición sin exclusiones ni mezquindades y los sectores productivos nacionales, son bienvenidos, siempre que conduzcan a que los ciudadanos puedan en los próximos comicios, escoger y elegir libremente a los mejores líderes reconocidos con que cuenta la nación, que no sean impuestos por cúpulas como era en el pasado, pues infortunadamente, a algunos aprendices de políticos se les podría aplicar la tercera frase célebre de Albert Einstein que es muy fuerte pero a la vez sincera y que afirma: “Cuando mueres, no sabes que estás muerto, no sufres por ello, pero es duro para el resto. Lo mismo pasa cuando eres imbécil”.


Saludos cordiales,


Alejandro Uribe: Economía y Política
Ingeniero, Consultor de Empresas e Investigador

Publicación Inicial: lunes, 06 de septiembre de 2021
http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/

Nota: este artículo original de mi autoría, fue publicado en el 
prestigioso diario El Nacional, el 24 de agosto del 2021 y está en el enlace: Errar reiterativamente en política y economía