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viernes, 24 de septiembre de 2021

Universidad en tiempos de pandemia

La Universidad –llamada metafóricamente Alma Mater o madre que alimenta intelectualmente a sus alumnos– es una institución educativa fundamental e indispensable para la formación, el desarrollo y el progreso de las personas, las naciones y el mundo, e históricamente, se sabe que la entidad universitaria más antigua en la cultura occidental, ha estado funcionando ininterrumpidamente desde 1088 hasta el presente –durante 933 años— y es la universidad de Bolonia-Italia y justamente, su lema es “Alma mater studiorum - Petrus ubique pater legum Bononia mater” y de esta frase, es probable que se derive la metáfora usada para referirse a la Universidad en general, como Alma Mater.



Algunos exalumnos destacados de esa longeva y prestigiosa universidad italiana fueron: Nicolás Copérnico –astrónomo, quien formuló el modelo cosmológico heliocéntrico–; Paracelso –alquimista y médico, fundador de la toxicología–; Marcello Malpighi –anatomista y biólogo, fundador de la histología–; Luigi Galvani –médico, fisiólogo y físico, cuyas investigaciones permitieron descubrir la naturaleza eléctrica del impulso nervioso–; Guglielmo Marconi –ingeniero electrónico, premio nobel de física en 1909, investigador de la radiotransmisión a larga distancia o comunicación inalámbrica, que es una técnica básica para las telecomunicaciones actuales y fue el creador de la ley de Marconi, la cual indica que la distancia máxima alcanzada de la transmisión de una señal de radio, es directamente proporcional al cuadrado de la altura de la antena del emisor–.

Con estos ejemplos anteriores mencionados, no hay lugar a dudas, sobre la importancia fundamental que tiene la universidad, para el avance de las ciencias y las artes, que favorecen a toda la humanidad, permitiendo su avance y progreso con el transcurrir del tiempo, lo cual implica que toda inversión, corrección, mejora o actualización, que se haga sobre esta institución educativa, será recompensada con creces, por los aportes de los profesionales que egresan graduados periódicamente de sus aulas, quienes se dedican a investigar, enseñar, trabajar y producir: bienes, servicios y conocimientos, que son la verdadera riqueza de las naciones.

Pero en tiempos de pandemia como es la Covid-19 actual, el funcionamiento y la continuidad de las operaciones de la universidad está restringido y amenazado, debido a que, entre otras causas, desde hace año y medio, ha existido un receso o al menos su actividad y la cantidad de alumnos se han visto disminuidos –al igual que lo que ocurre con otras actividades humanas, por razones obvias– pues existe un alto riesgo de que los contagios con SARS-CoV-2 se multipliquen de manera exponencial y se cree un caos sanitario de tal magnitud, que no sea humanamente controlable, de acuerdo con la experiencia que se ha observado en algunos países con altos niveles de desarrollo, puesto que aunque se lograra vacunar con las dos dosis básicas a todos los involucrados –estudiantes, profesores, familiares, personal obrero y administrativo– el virus está mutando y generando nuevas cepas mucho más contagiosas y letales que las originales, como es la variante Delta, por lo cual no es racional, sensato ni prudente, que los ciudadanos se sometan a ese riesgo real, con algo nuevo, desconocido y peligroso, al menos por ahora, pues eso sería similar a si un grupo de pescadores imprudentes se hicieran a la mar, a sabiendas de la existencia de una gran tormenta en el océano, que todos sabemos en lo que puede terminar.

Hay un proverbio que dice: lo malo es enemigo de lo bueno, pero lo bueno es enemigo de lo excelente y quizás, este pensamiento cuya versión original es de Voltaire –tiene diversas interpretaciones, dependiendo del pensador que lo analice– y que en mi opinión, si observamos la hegemonía de la casta de los escribas en el antiguo Egipto –que eran muy buenos en su trabajo, pero eran de los pocos que sabían leer y escribir y con esas habilidades intelectuales, se imponían sobre faraones y ciudadanos– si en su época hubiera aparecido un invento mejor como la imprenta, con toda seguridad esos escribas la hubieran criticado y rechazado, pues les hubiera hecho perder el poder monopólico que ostentaban, tal como sucedió el 1450 con los copistas, cuyo trabajo era copiar libros a mano, siendo que la velocidad de copiado era de un libro por copista cada dos años, dependiendo de la extensión del libro y la historia nos indica, que en el lapso 1400-1450 –durante la vida de Johannes Gutenberg, anterior a su invento de la imprenta en la ciudad de Maguncia Alemania– en Europa se habían copiado a mano, cerca de veinte mil libros en 50 años, pero entre 1450-1500 en otros 50 años, solo en Europa se imprimieron entre 12 y 20 millones de libros, de los cuales el más famoso y reproducido fue la biblia cristiana.

En la actualidad, un invento basado en las nuevas tecnologías de información y comunicación llamado Internet, ha roto ciertos paradigmas del pasado y ha provocado una revolución tecnológica, donde ciertos bienes y servicios tales como son: libros impresos, dinero fiat, servicios postales de correo, banca tradicional o casas de cambio, tienden a ser sustituidos por otros más eficientes, eficaces, rápidos e inmateriales, como son: los libros digitales, los audiolibros, los videos, las criptomonedas, los correos electrónicos, la banca virtual o los exchanges.

Al igual que los inventos ya obsoletos del pasado, que fueron útiles en su momento, pero han cambiado de forma para mejorar, también la educación universitaria debe ser actualizada y mejorada, para permitir que los estudiantes en cualquier tiempo y lugar donde se encuentren, sin limitaciones, puedan cursar sus estudios formales de tercero, cuarto o quinto nivel; pero infortunadamente, debo decir con alguna preocupación, que quizás aún algunos: rectores, consejos universitarios, docentes y otros entes diversos, desearían que se siguieran usando las herramientas del pasado –tiza, marcador, pizarrón, pupitres, cuadernos, lápices, libros y clases o laboratorios presenciales–, lo que implica altos costos y gastos, pero con bajos niveles de eficiencia-eficacia, pérdida de energía, recursos y tiempo de vida y además, riesgos sanitarios, al pretender movilizar y concentrar hacia los bellos campus universitarios al personal relacionado con la actividad educativa y por lo tanto, creo que es muy oportuno, considerar que debido a la situación sanitaria actual –que nadie sabe a ciencia cierta, cuando podrá ser controlada– los responsables de sector educativo deberían revisar con seriedad y responsabilidad, la posibilidad de ofrecer las carreras profesionales de alta calidad –para que los estudiantes no sigan perdiendo un tiempo de vida valioso, irrecuperable y que no tiene sustituto– bajo la modalidad virtual, al menos en la universidad privada para comenzar, tal como ocurre con otras actividades comunes, como son la banca virtual, la visualización de películas, el soporte remoto o una actividad menos santa, como es la pornografía, que aprovechan todas las facilidades que brinda la www.

La implementación de la universidad en su modalidad virtual y el uso de simuladores digitales donde sea posible, para realizar prácticas de laboratorio, las he venido exponiendo en artículos anteriores, donde explico su conveniencia y sus bondades, pero para no ser reiterativo con mis opiniones respecto a este tema y como “lo bueno si es corto es dos veces mejor”, para más detalle, esas publicaciones pueden consultarse en la página web de este prestigioso medio informativo, en los siguientes enlaces:

Universidad virtual 



Saludos cordiales,


Alejandro Uribe: Economía y Política
Ingeniero, Consultor de Empresas e Investigador

Publicación Inicial: viernes, 24 de septiembre de 2021
http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/

Nota: este artículo original de mi autoría, fue publicado en el 
prestigioso diario El Nacional, el 07 de septiembre del 2021 y está en el enlace: Universidad en tiempos de pandemia

domingo, 19 de septiembre de 2021

Prudencia y sinceridad en tiempos de pandemia

Es muy importante que los ciudadanos y los gobiernos en todo el mundo, terminemos de entender y de convencernos, que la pandemia Covid-19 no es un juego trivial, sino que por el contrario, es una grave amenaza real para toda la humanidad, que enferma, inutiliza y mata a mucha gente, que quizás, por desconocimiento, ignorancia o negligencia, no es suficientemente prudente y cuidadosa, a la hora de decidir si vacunarse o no y peor aún, al no respetar los protocolos de bioseguridad, recomendados por los expertos en salubridad, que son promovidos y avalados por la Organización Mundial de la Salud.

Para aportar valor a este contenido original e ilustrar la afirmación anterior, en mi caso particular, puedo citar la historia de 6 personas conocidas, que eran relativamente jóvenes algunas de ellas y aparentemente estaban saludables, pero fallecieron a causa de este letal virus, en el siguiente orden cronológico: un excompañero de trabajo del siglo pasado, dueño de un colegio privado, donde estudiaron tres de mis hijos, quien falleció hace un año; mi proveedor de agua, dueño de un camión cisterna, menor de 50 años, que pasó a mejor vida hace 2 meses; un amigo quien tenía 52 años y era el padre de una niña que estuvo en la guardería de mi esposa –cuando ella se dedicaba a actividades docentes– y este amigo abandonó el mundo de los vivos hace mes y medio; un vecino menor de 50 años, quien murió hace un mes; mi suegro de 76 años, quien falleció hace 20 días y por último, una prima de mi esposa, quien tenía 46 años, vivía en la Guaira y partió para el más allá, el día de ayer –27 de agosto de 2021–.

En el caso del padre de mi esposa, antes de enfermarse le había llegado un mensaje de texto con la convocatoria para vacunarse, pero no quiso hacerlo y con el paso del tiempo, llegó un momento en que empezó a sentir los síntomas de un aparente resfriado, que se fue complicando y aunque vivía en su propia parcela con su compañera, estaba relativamente aislado de la gente – y aún no entendemos la forma como pudo contagiarse– de modo que una vez diagnosticada la enfermedad, aunque se hizo todo lo que estuvo al alcance de los médicos, siguiendo todos los procedimientos y tratamientos recetados sin escatimar recursos, no pudo superar la Covid-19 y falleció en menos de 15 días de haberse iniciado los síntomas.

Debo hacer énfasis para efectos didácticos en el caso de mi familiar cercano, que esta experiencia fue muy traumática para todos miembros de la familia del enfermo, quienes se activaron al máximo y respondieron solidariamente –aún quienes están en el exterior– ante una eventualidad de tal calibre, donde no se puede perder tiempo valioso, lo que implica mucha actividad, movilización, cansancio, estrés, noches sin dormir, impacto sicológico y también gastos importantes, de tal forma que a manera de ilustración para los lectores, cada inyección del antiviral Remdesivir –que no es muy fácil de conseguir en Venezuela– tenía un costo de 100 dólares y hubo que aplicarle 5 dosis de ese fármaco, entre otros muchos medicamentos utilizados –que dadas las condiciones del país, donde el ingreso del ciudadano común es menor de 2 dólares al mes, son muy pocos quienes pueden sufragar los gastos de medicamentos y exámenes requeridos, aunque el servicio médico sea gratuito– pero en los casos de preservar la salud y la vida de los familiares, el aspecto económico pasa a ser secundario y solo importa que el paciente se recupere.

En vista de lo anterior, debo enfatizar la importancia que representa en primer lugar vacunarse con las dos dosis existentes e idealmente, cuando esté disponible, aplicar el refuerzo de inmunización con la tercera dosis y mantener un cumplimiento estricto de los protocolos de bioseguridad, que se basan en los siguientes aspectos simples pero fundamentales: uso correcto de mascarillas, distanciamiento social, desinfección de superficies, lavado de manos y evitar hasta donde sea posible: reuniones, visitas, abrazos, besos o aglomeraciones, pues he observado que existe un relajamiento de los protocolos sanitarios y la gente que no cumple con las normas establecidas, se molesta si se les reclama e incluso en: centros de salud, negocios, supermercados y carnicerías, entre otros lugares, he visto que algún personal de diversas áreas y cajas, usan el tapabocas en la barbilla o cubriendo solo la boca, por falta de control de sus supervisores, lo cual, para ser bien crudo y realista es “similar a la utilidad de usar un preservativo en los testículos”.

Por otra parte, es necesario utilizar los medios de comunicación social serios, para realizar campañas de concientización ciudadana, donde se muestren los efectos reales de la Covid-19 y sus secuelas, que no solo afectan al sistema respiratorio sino también a otros órganos, como es el corazón y al resto del sistema circulatorio, pudiendo provocar embolias e infartos agudos de miocardio, a quienes tienen problemas cardíacos, tal como se explica en Salud prevención Covid-19 corazón de tal modo que algunos casos de muerte súbita no se contabilizan como producto de la Covid-19, sino solo como infartos, produciendo un sub-registro en las estadísticas oficiales y por esa causa, los negacionistas aducen que los casi 216 millones de contagiados y los 4,5 millones de muertes hasta la fecha son poca cosa, si se tiene en cuenta que la población mundial es de 7,8 mil millones de personas, lo que porcentualmente serían cifras muy bajas por el impacto de la Covid-19, pero no consideran que estas estadísticas de enfermos no son 100 % precisas y que por otra parte, son bajas porque se detuvieron a tiempo los viajes internacionales, que eran una fuente de propagación global de la pandemia, siendo que el gran problema, es que a mayor número de contagiados, se generan nuevas variantes del virus más contagiosas, letales y agresivas, como es la mutación Delta, que ha obligado a países que tienen altos porcentajes de vacunados a regresar al uso de los protocolos sanitarios, al cierre de colegios, universidades y negocios, como fue el caso de Israel –país muy organizado y eficiente, que hizo florecer el desierto con riego por goteo– donde autorizaron el regreso a clase de los niños, pero algunos de ellos contagiaron a otros compañeros y estos a la vez contagiaron a sus familiares y al dispararse de nuevo las cifras de infectados, aún en los vacunados con las dos dosis, tuvieron que proceder a cerrar de nuevo centros educativos, negocios y a restringir el turismo, siendo que actualmente están aplicando la tercera dosis a la población, que es útil contra la variante Delta.

En el caso de Venezuela, considero que es de vital importancia aumentar la velocidad de vacunación con las dos dosis, tratar de revisar y de sincerar las cifras de: vacunados, contagios y muertes, para no generar sentimientos irreales de seguridad, que hagan pensar a los ciudadanos que ya no existen riesgos, cuando aún la crisis sanitaria no ha pasado y por otra parte, creo que ofrecer el regreso a clases presenciales para Octubre 2021 es poco prudente y realista, siendo que en el caso de las universidades –al menos las privadas– deberían ofrecer como contingencia carreras virtuales, que les permitan a los estudiantes no seguir perdiendo su tiempo o correr riesgos con su salud, su vida y la de sus relacionados, porque en mi modesta opinión, no habrá salida de esta crisis de salud al menos en este año, si se considera lo que ha pasado en otros países, con mayores recursos y mayor porcentaje de vacunados con las dos dosis, que tuvieron que reversar las decisiones de oferta de una nueva realidad sin riesgos, lo que aún no se había logrado.

Así que lo mejor que podemos hacer es promover la prudencia y la sensatez por parte de los ciudadanos y de parte de los gobiernos es necesario que haya sinceridad en el manejo de las estadísticas de enfermos, muertos y vacunados, junto con la búsqueda de mayor eficiencia en el manejo de los planes de vacunación, el fortalecimiento de la infraestructura sanitaria y la existencia de inventarios con insumos y medicinas para tratar la pandemia, junto con el monitoreo constante del comportamiento de la enfermedad, que aún no parece estar controlada en ninguna parte del mundo y más aún, cuando las mutaciones más agresivas siguen apareciendo para complicar más el panorama a nivel global, sin perder de vista que no hay nada más importante que preservar la salud y la vida de los ciudadanos a nivel local y global.

Finalmente, en las estadísticas mostradas en Estadísticas Covid-19 hay cifras preocupantes para el continente americano, donde están 4 países con las mayores cantidades de contagios por Covid-19 en el mundo, de la siguiente manera: Estados Unidos en primer lugar con 39 millones –efecto Trump–, Brasil en tercer lugar con 21 millones –efecto Bolsonaro–, Argentina en octavo lugar con 5 millones y Colombia en el noveno lugar con cerca de 5 millones de contagiados y por otra parte, los gobiernos hacen mucho énfasis en la cantidad de recuperados, sin considerar que dichas recuperaciones pueden dejar secuelas, que en algunos casos implican la incapacidad del supuesto recuperado.

Espero haber dejado muy clara mi opinión, sobre la importancia del buen uso de las virtudes llamadas prudencia y sinceridad, en estos tiempos de pandemia, por parte de los ciudadanos y los gobiernos, cuyo mayor deseo no es otro que poder regresar a una nueva normalidad relativa, pero de la forma más segura y confiable para preservar la salud y la vida de las personas, que constituyen sus activos no fungibles más valiosos.

Saludos cordiales,


Alejandro Uribe: Economía y Política
Ingeniero, Consultor de Empresas e Investigador

Publicación Inicial: domingo, 19 de septiembre de 2021
http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/

Nota: este artículo original de mi autoría, fue publicado en el 
prestigioso diario El Nacional, el 31 de agosto del 2021 y está en el enlace: Prudencia y sinceridad en tiempos de pandemia