Debido a las
expansiones exponenciales de liquidez monetaria ocurridas en Venezuela desde
1975 y hasta la fecha, se le fueron agregando ceros a la moneda nacional, lo
que produjo la pérdida de su valor por inflación y desde el año 2008, se comenzó
a eliminar ceros cada cierto tiempo al bolívar a medida que iban creciendo los
montos, cambiando los nombres por bolívar fuerte o bolívar soberano; pero a partir
del 1 de octubre de 2021 y después de haber eliminado un total de 14 ceros al
bolívar original, se implantó el bolívar actual llamado bolívar digital y el
tipo de cambio inicial para la fecha de su implantación era de 4,18 bs/dólar, siendo que para el 16 de diciembre de 2022
–cuando escribo este artículo– la tasa de cambio oficial es de 15,77 bs/dólar, lo
que implica una devaluación o depreciación acumulada de la moneda nacional de
277,27% en 13,5 meses, que representa una devaluación monetaria promedio
mensual de 20,54%, lo que conducirá a un colapso económico en el corto plazo,
de continuar con esas malas prácticas.
Como lo expliqué
en un artículo llamado La devaluación es una estafa desde tiempos del imperio romano el objetivo de devaluar una moneda
es repudiar los pasivos adquiridos y estafar a los usuarios del dinero, sin que
ellos se percaten que están siendo timados, pues por su ingenuidad se pretende
que no se den cuenta que no es lo mismo una cifra nominal que una real, de tal
manera que en el caso de la antigua Roma, trabajadores, soldados, ingenieros y
proveedores del imperio, al recibir las mismas o quizás mayores cantidades de
denarios con más cobre pero menos contenido de plata, se arruinaban mientras
que emperadores y cortesanos protegían su riqueza de la inflación que genera la
devaluación y la expansión de liquidez, reservando solo para ellos una moneda
de oro llamada el áureo, pero finalmente esas malas artes derrumbaron al
imperio romano.
En Venezuela
actualmente el salario mínimo mensual es de 130 bolívares y con una tasa de
cambio de 15,77 bs/dólar, ese salario representa 8,24 dólares mensuales y con
tendencia a llegar a cero, pero adicionalmente, las prestaciones sociales
acumuladas de los trabajadores también se aproximan a cero, con lo cual se
confirma que uno de los objetivos de devaluar la moneda es repudiar el pasivo
laboral de los empleadores con sus trabajadores, si antes no se mueren de
hambre por sus salarios precarios.
Para poder entender
“cuáles fueron los polvos que trajeron estos lodos” –metáfora–
es necesario saber que el 24 de junio de 1918 el general Juan Vicente Gómez
promulgó una ley que establecía como unidad monetaria de Venezuela el Bolívar
de oro, equivalente a 0,290323 gramos de oro fino por bolívar emitido,
legitimando así el patrón oro que existía desde 1857, por medio del cual los
bancos nacionales podían emitir billetes respaldados y redimibles con oro –metal
que debían mantener en sus bóvedas– y los ciudadanos podían exigir a los bancos
el canje de sus billetes por oro físico, lo que imponía disciplina monetaria y
fiscal, pues se mantenía la racionalidad en el gasto público, la credibilidad y
la estabilidad del valor de la moneda nacional.
El 13 de julio
de 1939 se crea el Banco Central de Venezuela –BCV– de modo que la emisión de
billetes respaldados por oro y la acuñación de monedas metálicas quedaron bajo
su exclusiva responsabilidad, siendo algunos de sus objetivos: centralizar la
emisión de billetes, regular la circulación monetaria, centralizar las reservas
monetarias del país y vigilar y regular el comercio de oro y de divisas y
además vigilar el valor de la unidad monetaria tanto en su poder adquisitivo
interior como en su relación con las monedas extranjeras.
El 30 de diciembre
de 1974 se publicó la gaceta oficial número 1.711, que contiene el decreto
número 507 del 30 de octubre de 1974, donde se eliminó el Bolívar oro, siendo
presidente Carlos Andrés Pérez, el ministro de hacienda Héctor Hurtado y el ministro
de la oficina de coordinación y planificación Gumersindo Rodríguez y a partir
de esa fecha nefasta se jodió Venezuela, porque de ahí en adelante el BCV –como
ente creador de la base monetaria– y los bancos comerciales –al otorgar algunos
créditos– podían emitir dinero de la nada infinitamente, siguiendo las
recomendaciones de una teoría fracasada llamada keynesianismo.
Durante la
vigencia de 56 años del Bolívar oro se mantuvo una inflación promedio anual de 1,3%,
un PIB relativamente creciente y una moneda que conservaba su valor interno y
externo, con un tipo de cambio fijo menor a 5 bs/dólar, pues no se podía emitir
dinero sin el respaldo adecuado con oro físico, ni otorgar créditos con dinero
ficticio producido por el uso de la regla llamada reserva fraccionaria.
A partir del 30
de diciembre de 1974 algunos supuestos expertos en economía, profesores,
intelectuales, políticos, exdirectivos de bancos quebrados, delincuentes
financieros, especuladores y vendedores de encuestas amañadas, empezaron a
recitar mantras tales como: el bolívar está sobrevaluado, sufrimos la
enfermedad holandesa, para producir y exportar hay que hacer devaluaciones
competitivas, las expansiones de liquidez no generan inflación, etc., que aún
hoy algunos sinvergüenzas siguen repitiendo como loros a pesar de las
evidencias.
El Dr. Luis
Herrera empezó a devaluar la moneda el 18 de febrero de 1983 –llamado el viernes
negro– y a partir de ese momento los gobiernos sucesivos no han cesado de
generar dinero en cantidades astronómicas, devaluar la moneda, implantar
controles de cambio y colocar obstáculos a la libre circulación de divisas y en
mi opinión, esas prácticas monetarias y cambiarias son las causas de las
crisis: económica, social, política y humanitaria, que algunos irracionales de
los diversos bandos y latitudes, piensan que se puede resolver causando el
genocidio de la población venezolana, mientras se apropian de los fondos,
activos, inversiones y recursos del país, aunque se destruya a sus ciudadanos y
para más inri, creen que colocando a cualquier pelmazo en el poder se podrían solucionar
los problemas de la nación.
Después de 1975 empezaron a quebrar algunos bancos, que
financiaron o en ciertos casos incorporaron a caudillos y a políticos como
accionistas o asesores, para facilitar la creación de leyes y reglas que
favorecieran al sector financiero, tales como fueron los casos del Banco Latino
de Pedro Tinoco, político, exministro de hacienda y expresidente del Banco
Central de Venezuela, quien financió campañas electorales y posteriormente el
grupo Latinoamericana progreso de Orlando Castro que fue a la quiebra en 1994 y
la nación tuvo que asumir sus pasivos, siendo que también los decretos de controles
de cambios facilitaron la apertura de agencias bancarias en paraísos fiscales,
donde delincuentes financieros estafaron a sus depositantes, quienes
ingenuamente confiaron sus capitales a esos estafadores, que disfrutan sus
dineros mal habidos compartiendo con alguna de la realeza europea.
Venezuela es un
país exportador de hidrocarburos y por lo tanto, la justificación de devaluar
para producir y exportar no es válida, pues las cuotas de producción y el
precio del petróleo dependen de un cártel llamado OPEP –o en el peor de los
casos, depende de los mercados de futuros, donde los especuladores transan
cantidades ficticias de materias primas para obtener ganancias sin intercambiar
nada real–, hay cierta insensibilidad de la demanda y además, la devaluación es
una praxis negativa porque genera inflación, encarece los insumos importados,
hace más onerosa la deuda externa del país y termina arruinando a los
ciudadanos, porque disminuye su poder adquisitivo, destruye el ahorro,
incentiva la especulación, contrae la demanda agregada, haciendo que se contraiga
la oferta agregada y por ende que caiga el PIB y el nivel de empleo, pero
además aleja a las inversiones internacionales, pues al haber inestabilidad
cambiaria, ningún inversor sensato va a traer o cambiar su capital en divisas
relativamente estables, para convertirlo a un dinero volátil y sin valor,
cuando vaya a repatriar sus ganancias o su capital.
Adicionalmente,
las prácticas devaluatorias son una estafa contra: pensionados, trabajadores, ahorradores,
productores e inversores de la economía real y solo favorece a los
especuladores, que tienen en la banca a una vaca lechera –mediante la
disminución del encaje legal– porque: piden créditos fáciles y blandos en
moneda nacional, compran activos y divisas baratas que las pueden vender a
mayor precio en el mercado paralelo –figura llamada arbitraje cambiario– y luego
diluyen sus deudas con devaluación e inflación subyacente, sin producir nada útil
para el país, mientras la economía colapsa.
Es importante
considerar que algunas empresas pertenecientes al estado que no sean
autosustentables deben ser privatizadas total o parcialmente, para que
produzcan bienes y servicios de calidad, sean rentables, paguen regalías e
impuestos y se encarguen de cancelar nóminas y pasivos laborales, para que el
gobierno no tenga que fondearse con la emisión de dinero inorgánico.
Como el secreto
del éxito de una economía sana, honesta y estable, es resolver primero el
problema monetario, donde no se pueda emitir dinero que es un pasivo, sin que
haya un activo real en la contrapartida, si consideramos que con el 13% de las
reservas internacionales existentes al 09 de diciembre de 2022 se puede absorber toda la liquidez monetaria y
reemplazarla por divisas para reiniciar la nación, mi deseo para Venezuela es
que se logre activar en el corto plazo alguna de las 3 alternativas válidas y
factibles que he propuesto en oportunidades anteriores y que son:
I.- Dolarizar,
eurizar o yuanizar, plenamente la economía nacional
II.- Crear una
caja de conversión cambiaria
III.- Regresar
al patrón oro
Saludos cordiales,
Alejandro Uribe: Economía y Política
Ingeniero, Consultor de Empresas e Investigador
Publicación Inicial: 21 de diciembre de 2022
en http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/
Nota: este artículo original de mi autoría, fue publicado en el prestigioso diario El Nacional, el 20 de diciembre del 2022 y está en el enlace: De aquellos polvos vienen estos lodos