El 26 de enero de 2012 publiqué un artículo de investigación muy objetivo, imparcial y totalmente libre de todo tipo de sesgos económicos o políticos, llamado Cómo salvar un país de su crisis económica donde elegí como ejemplo de estudio a Venezuela, en el que afirmaba lo siguiente “Venezuela es una tierra de gracia, con abundancia de recursos naturales tales como: climas moderados, costas, ríos, tierras fértiles, oro, petróleo, gas, hierro, aluminio, mezcla de razas, gente laboriosa y mujeres bellas, entre otras cosas. En pocas palabras, Venezuela es un paraíso, donde el denominador común debería ser la prosperidad de su gente y no una tragedia de Tántalo”.
Teniendo en cuenta que
todos los venezolanos honestos, solo deseamos que le ocurra lo mejor al país y
a nuestros conciudadanos, sin ningún tipo de exclusiones o taxonomías mezquinas
y estériles, en fecha reciente –3 de agosto de 2021– publiqué en mi columna del
este prestigioso medio informativo, promotor de la libertad de expresión e
información, que conducen a la ilustración de nuestros lectores, un artículo
llamado Ley de peel y reconversion monetaria donde decía lo siguiente:
“Para evitar que esta nueva reconversión sea solo un maquillaje temporal
que siga ocurriendo en el futuro con mayor frecuencia –como ha sido desde el 31
de diciembre de 1974, con dinero sin capacidad de conservar su valor– sugiero
como mínimo, las siguientes tres acciones complementarias a la reconversión:
Crear, respaldar y redimir una nueva moneda
nacional con oro, como la que existió entre 1918 y 1974.
Eliminar el uso de la reserva fraccionaria,
exigiendo un encaje legal del 100%, de modo que solo el BCV sea el ente que
emita dinero y donde se cumpla la ecuación: Base monetaria = Liquidez
monetaria.
Permitir la libre circulación nacional de todas
las divisas, incluyendo una total flexibilización en el manejo de las mismas
por el sector financiero, con instrumentos activos y pasivos, en un entorno
financiero ético”.
Para este momento,
tenemos la certeza por parte del BCV, que a partir del 01 de octubre del
presente año, se eliminarán de nuevo seis ceros a la moneda nacional, que
pasará a llamarse bolívar digital y se liberará un nuevo cono monetario, siendo
por tanto que, para que no se siga repitiendo este proceso de manera cíclica
por toda la eternidad y cada vez con períodos de duración más cortos –como en el castigo mitológico griego de
Sísifo, quien subía una roca por la colina empinada y al llegar a la cima, la piedra
volvía a caer– considero pertinente
explicar y complementar las tres sugerencias que mencioné en los párrafos
anteriores, para que no se diga que ningún ciudadano aportó nada respecto a
aplicar una solución más permanente a la crisis económica del país.
Bolívar respaldado con oro:
El 24 de junio de 1918
–hace más de un siglo– el general Juan Vicente Gómez promulgó una ley que
establecía como nueva unidad monetaria de Venezuela el bolívar de oro,
equivalente a 0,290323 gramos de oro fino por bolívar emitido, legitimando así
el patrón oro que existía desde 1857, por medio del cual los bancos nacionales
podían emitir billetes respaldados y redimibles con oro y los ciudadanos podían
exigir a los bancos el canje de los billetes por oro físico, lo que imponía una
disciplina monetaria y mantenía la credibilidad y la estabilidad del valor del
dinero.
El 13 de julio de 1939
se crea el Banco Central de Venezuela (BCV), de modo que la emisión de billetes
respaldados por oro y la acuñación de monedas metálicas quedaron bajo su
exclusiva responsabilidad.
El 30 de diciembre de
1974 se publicó la gaceta oficial número 1711, que contiene el decreto número
507 del 30 de octubre de 1974, donde se modificó la ley del BCV y con el
artículo 107 se derogó la Ley de Monedas de fecha 22 de julio de 1941 reformada
parcialmente por la Ley del 17 de febrero de 1954, lo que significó la
eliminación del bolívar oro, siendo presidente de la nación el Sr. Carlos
Andrés Pérez, ministro de hacienda el Sr. Héctor Hurtado y ministro de la
oficina de coordinación y planificación el Sr. Gumersindo Rodríguez –ahora
sabemos: cómo, quién y cuándo empezó a deteriorarse la economía del país, sin
que haya habido algún gobierno sucesor con voluntad y visión que quiera
revertir ese error monetario y ahora junto a la nueva reconversión, es la
oportunidad ideal para hacerlo–.
Durante los 54 años de
vigencia del bolívar de oro, la inflación promedio anual de la nación fue de
1,3 %, el PIB era creciente, había bajos niveles de desempleo y el boom
económico producto de tener una moneda fuerte, estable y creíble, que podía
conservar el valor del dinero –su capacidad de compra– hizo atractivo al país
para recibir inversión extranjera y además inmigración selecta de diversos
países que estaban arruinados y destruidos por: guerras civiles –España–; guerras
mundiales –resto de Europa–; problemas climatológicos –medio oriente–; dictaduras,
guerrillas y malas prácticas económicas –países de latino América– y esa era la
razón por la cual el venezolano era feliz pero no sabía la causa de su
felicidad, de tal modo que en mi caso particular, después de graduarme en
ingeniería de sistemas, empecé a trabajar con una importante compañía
transnacional tecnológica en 1981, cuando el tipo de cambio era aún por inercia
económica de 4,30 Bs/Dólar y como mi sueldo inicial era de Bs. 5.000 más Bs. 1.200
adicionales que recibía como profesor de programación en una prestigiosa
universidad privada, mis primeros ingresos mensuales equivalían a 1.442 dólares,
que al cambio de hoy serían de 5,8 miles de millones de bolívares soberanos
depreciables y devaluables.
Como la moneda es un
pasivo para el ente emisor, la razón de respaldar y redimirla con un activo
tangible como el oro, es obligar al emisor de dinero a tener límites y
racionalidad, para que no cree dinero de la nada y en cantidades exponenciales,
porque esta acción conduce hacia la inflación e hiper inflación y a la caída
del PIB, por la inestabilidad económica ampliamente comprobada, inherente a
esta mala práctica.
Eliminar la reserva fraccionaria y mantener un
encaje legal del 100 %:
El dinero utilizado en
los países proviene de dos fuentes: el banco central que emite billetes,
monedas de curso legal y dinero contable –digital–, que conforma un agregado
llamado la base monetaria o dinero de alta potencia y es el pasivo monetario
del banco central, que debería en principio respaldarse con oro; la otra fuente
son los bancos comerciales, que generan un dinero con base en asientos contables,
cuando otorgan créditos que no se corresponden con los ahorros reales de sus
clientes y que no han sido producto del trabajo, la inversión, la producción y
el ahorro, de tal suerte que los créditos serían para esos entes sus activos y
los depósitos en las cuentas de sus clientes serían sus pasivos, pero esos
activos y pasivos son solo figuras contables.
Al poder generar este
tipo de dinero secundario, que tiene los mismos efectos sobre la economía que
el dinero de la base monetaria, los ahorros reales de los clientes no son
requeridos y, por otra parte, como se espera que no todos los clientes
soliciten su dinero físico simultáneamente, los bancos solo mantienen
disponible un porcentaje de los depósitos reales como reserva para atender los
retiros.
Si se tuviera una
moneda respaldada y redimible por oro, donde solo el banco central pueda
generar dinero primario y no existiera el dinero secundario, con un encaje del
100 % se debería cumplir la ecuación: base monetaria = liquidez monetaria =
oferta monetaria, cuyo monto debería ser totalmente regulado y ajustado por el
banco central.
El dinero de los
ahorros reales proveniente de los depósitos a plazo fijo tanto en moneda
nacional como en divisas, serían los adecuados para hacer la intermediación
financiera y así habría disciplina monetaria y crediticia, que son acciones
requeridas para evitar la expansión de la oferta monetaria, la inflación, la
recesión, las burbujas financieras y a futuro las quiebras de entidades
bancarias, que deben ser rescatadas por los bancos centrales, mediante la
generación de más dinero de la nada –recordar las quiebras bancarias en épocas
del Dr. Rafael Caldera–.
Libertad en el manejo de las divisas:
Cuando se tiene una
moneda creíble, fuerte y estable, como sería el bolívar oro, los ciudadanos por
la ley de Gresham, pueden decidir sin coacciones de ningún tipo, que moneda
usar para sus transacciones o cual atesorar y por lo tanto, puede coexistir la
circulación de diversas divisas con la moneda nacional, sin que se fuerce a los
usuarios a transar en monedas depreciables y devaluables como ocurría en el
pasado, lo que implica un alto grado de libertad económica y la posibilidad de
que los bancos ofrezcan productos financieros activos y pasivos competitivos y
cobren intereses y comisiones por los servicios financieros que prestan al
ciudadano y a las empresas, lo que finalmente conducirá a la generación de la
confianza por parte de los inversores nacionales y extranjeros, que necesitan
entornos creíbles y éticos, donde poder colocar y transar con su dinero y mejor
aún, si esos inversores aportan no solo capital sino también: tecnología, know
how, capacidad administrativa y empresarial, que son fundamentales para
reconstruir al país.
Disciplina fiscal:
Finalmente, la mayor
parte del gasto y déficit fiscal es producido por los subsidios de tipo social
y las nóminas del personal burocrático público y por tal razón, es necesario
que en vez de producir dinero de la nada por parte del banco central para
cubrir esos gastos, es preferible optimizar la recaudación de impuestos
razonables y por otra parte, entregar en concesión a inversores privados serios
y reconocidos, a empresas públicas que no sean autosustentables, de tal forma
que estas entidades, al ser bien administradas por gerentes de calidad, puedan
generar con calidad productos y servicios e impuestos, dividendos y regalías,
que sirvan para complementar la recaudación de los demás impuestos e ingresos
nacionales y adicionalmente, no estaría de más velar por la transparencia en el
manejo de los fondos públicos, que se ven afectados por la voracidad de la
corrupción, cuando faltan controles y supervisión adecuada.
Como se puede observar, las propuestas hechas de buena fe en este artículo económico, no solo se limitan a una simple reconversión monetaria más –quitando ceros, cambiando adjetivos y reemplazando al cono monetario– sino más bien, a considerar la realización de un cambio de mayor envergadura, lo que implica una reconstrucción económica, que involucra modificaciones y mejoras en diversas dimensiones: monetaria, financiera y fiscal.
Saludos cordiales,
Alejandro Uribe: Economía y Política
Ingeniero, Consultor de Empresas e Investigador
Publicación Inicial: miércoles, 18 de agosto de 2021
http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/
Nota: este artículo original de mi autoría, fue publicado en el
prestigioso diario El Nacional, el 10 de agosto del 2021 y está en el enlace: Reconstrucción monetaria financiera y fiscal en venezuela