En otros artículos publicados en mi columna semanal de El Nacional, me he referido en varias ocasiones a la figura de la “banca ética” y, por lo tanto, en este artículo trataré de explicar de la manera más didáctica, simple, concisa y precisa, este importante concepto, según mi visión y opinión sobre el tema.
Si el propietario del
estacionamiento, no conforme con lo cobrado por el servicio de custodia que
presta, cree que puede disponer de la propiedad del carro custodiado –apropiación indebida– y lo alquila a
otras personas para que lo usen como taxi sin conocimiento de su dueño, ese
activo sufrirá graves riesgos y deterioros importantes, pero en el peor de los
casos, es posible que cuando su propietario lo solicite, el vehículo no se
encuentre disponible o funcional, para entregarlo al solicitante y también podría
suceder que ese objeto sufriera robo, daños o destrucción parcial o total, por
algún tipo de accidente y lo peor, es que desde el punto de vista legal, el
propietario puede ser involucrado y penalizado u obligado a pagar por daños o
perjuicios a terceros, causados por un abusador, sin el conocimiento ni
consentimiento del propietario legítimo del automóvil.
Basados en el ejemplo
anterior y con el uso de una heurística llamada analogía, podemos pensar que en
vez del vehículo –que es un bien no
fungible– estamos tratando con nuestro dinero –que es un bien fungible, también obtenido con el fruto del esfuerzo,
trabajo y ahorro– y que si lo depositamos a la vista –donde el titular puede retirar su dinero sin previo aviso al custodio–
en una entidad financiera, mediante instrumentos de captación tales como son
cuentas de ahorros o cuentas corrientes, si ese ente bancario decide disponer
de lo depositado para prestarlo a otros clientes, con cualquier propósito,
podemos ver que esta situación no es muy diferente a lo que ocurre en el caso
del estacionamiento mencionado, pero lo peor es que el dinero es un activo monetario
que se deprecia y se devalúa por si solo y cuando el cliente quiera disponer de
él, es posible que aunque el monto nominal recibido sea igual o aún mayor al
depositado, el monto real percibido sea menor, si no se ha pactado un interés
real suficiente para cubrir los efectos tanto de la devaluación como de la depreciación
de la moneda –producto de la inflación
inherente a la expansión de liquidez monetaria– o en el peor de los casos,
se corre el riesgo de que no haya disponibilidad de dinero –por la práctica de usar la regla llamada
reserva fraccionaria– y por tal razón, el dinero en depósitos a la vista
debería tener un encaje del 100 %, de tal manera que esté siempre disponible,
para cuando el cliente lo solicite y por otra parte, es fundamental por parte
del banco central, cumplir los objetivos para lo que fue creado, que no son
otros que mantener tanto el valor interno como externo de la moneda nacional, promover
la estabilidad de los precios y publicar ciertas estadísticas, para que los ciudadanos
no pierdan el valor de sus activos monetarios con el paso del tiempo,
obteniendo intereses reales cero o negativos –algunos economistas muy reconocidos y respetables, consideran que si
los bancos centrales no pueden cumplir con sus funciones básicas, deberían ser
eliminados–.
Ahora viene una gran
pregunta ¿cómo otorgar créditos, si se mantiene un encaje de los depósitos a la
vista del 100 %? Y la respuesta es muy simple, pues existe una figura
financiera llamada depósitos a plazo fijo, donde el cliente es consciente que
su dinero va a ser utilizado para otorgar créditos y por ello deberá pactar y
esperar un lapso para obtener intereses reales positivos, al hacer la entidad
bancaria la intermediación financiera –recaudando
depósitos de unos clientes y prestándolos a otros–, donde esos fondos
prestados deberían ser utilizados exclusivamente para usarse en la economía real,
es decir, producir: bienes, servicios y conocimientos, pero nunca deberían ser usados
para apalancar a especuladores monetarios y financieros –con sus negocios volátiles, estériles y ficticios– debido a que
como he comentado en otros artículos, esta actividad espuria no produce ningún
beneficio a las naciones, ni tampoco a quienes trabajan, ahorran, invierten y
producen, lo que conduce a burbujas especulativas y financieras, quiebras de
ciudadanos, empresas, bancos y gobiernos, con crisis económicas globales
profundas, como la ocurrida en 1929, al final de los locos años veinte de hace
un siglo, producto de la expansión crediticia para especular con las acciones
en la bolsa.
En un entorno
económico ético, es necesario que la banca no produzca dinero de la nada con
base solo en asientos contables para otorgar créditos, de forma que solo sea el
banco central quien posea el monopolio de crear y ajustar la base monetaria
manejando montos racionales, que deben estar respaldados al 100 % por activos
reales confiables, como ha sido históricamente el oro y que esos bancos
centrales no se constituyan en prestamistas de última instancia para reflotar
bancos quebrados por malas praxis crediticias.
La banca comercial
también debería poder manejar con absoluta libertad, pero con supervisión
adecuada, instrumentos activos y pasivos en diversas monedas extranjeras,
manteniendo un encaje del 100 % para los depósitos a la vista y para hacer la
intermediación financiera con las divisas, sería aplicable el uso de los
depósitos a plazo fijo en divisas, que deberán pagar intereses competitivos, de
modo que la banca pueda obtener sus ingresos con base en intereses y comisiones
razonables, cobradas por el uso de sus productos y servicios, tanto en moneda
nacional como extranjera, que pueden coexistir simultáneamente.
Adicionalmente, una
mala práctica que debe erradicarse del entorno financiero, es que la banca
capte y retenga los depósitos en divisas, que, en vez de servir para incentivar
la producción y el consumo nacional, sean enviados hacia paraísos fiscales o
hacia la banca internacional, cuya voracidad no tiene escrúpulos, para buscar
excusas y apropiarse indebidamente de los fondos enviados por ciudadanos, entes
privados o gobiernos ingenuos.
Con lo expuesto en este artículo, espero haber ilustrado el concepto de banca ética, que es el conjunto de los entes financieros no condicionados solo a la obtención de máximos beneficios, sino que se orientan hacia la obtención de beneficios razonables con honestidad y voluntad de servicio a ciudadanos y naciones donde operan, haciendo énfasis en el progreso de sus clientes y se espera que este sea el tipo de banca que sobreviva y exista en la economía pospandemia, donde haya: honestidad, sostenibilidad, transparencia, credibilidad, mantenimiento del valor del dinero, buen uso del crédito y relaciones de largo plazo con los clientes, en un entorno monetario y financiero que sea el ambiente por excelencia, apto para apalancar: inversión, producción, productividad, consumo racional y el intercambio comercial honesto, lo cual es fundamental para reconstruir la nueva economía, golpeada y colapsada a nivel global, por las malas praxis del pasado y recientemente terminada de quebrar por la pandemia Covid-19.
Saludos cordiales,
Alejandro Uribe: Economía y Política
Ingeniero, Consultor de Empresas e Investigador
Publicación Inicial: domingo, 22 de agosto de 2021
http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/
Nota: este artículo original de mi autoría, fue publicado en el prestigioso diario El Nacional, el 17 de agosto del 2021 y está en el enlace: Banca ética
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