El banco central de una nación, es un ente financiero especial e independiente, cuyas funciones son: crear el dinero de curso legal del país –llamado la base monetaria– de manera exclusiva y excluyente, generar las estadísticas económicas de la república, mantener la estabilidad de los precios y conservar el valor tanto interno como externo de la moneda nacional, para lo cual utiliza instrumentos de política monetaria y cambiaria, tales como son: el encaje legal, las operaciones de mercado abierto, el redescuento, la fijación de las tasas de interés y de tipos de cambio, entre otras herramientas financieras.
Para realizar las
actividades de intermediación financiera, las entidades bancarias reciben
depósitos que pueden ser de dos tipos: los depósitos a la vista, donde los
fondos tienen disponibilidad inmediata y se manejan con instrumentos
financieros llamados cuentas corrientes y cuentas de ahorro y el cliente puede
retirar, transferir, pagar o disponer de sus fondos parcial o totalmente, en
cualquier momento y por otra parte, los depósitos a plazo fijo, donde el
cliente le presta un monto en dinero al banco por un tiempo determinado, por lo
cual obtiene tasas de interés nominal que son mayores que las pagadas por los
depósitos a la vista, para los cuales, en algunos casos –como son las cuentas
corrientes– el interés nominal es del 0%, es decir, son fondos gratuitos para
el banco, con el uso de las cuentas corrientes no remuneradas.
Los fondos recibidos
en depósito por los bancos son utilizados para otorgar créditos –intermediación
financiera– o para hacer inversiones en instrumentos financieros –acciones,
bonos de deuda, letras del tesoro, etc–, pero debido a que los créditos
otorgados tienen en su mayoría plazos mayores a 30 días, se puede presentar una
especie de descalce financiero de plazos, puesto que los depósitos a la vista –que
son la mayoría– deben tener disponibilidad inmediata y si los fondos captados
por la banca fueran prestados o invertidos en su totalidad, pudiera ser que no
hubiera disponibilidad de fondos, cuando los clientes quieran hacer uso de los
mismos, siendo esa la razón principal por la que los bancos centrales establecen
un coeficiente de caja –también llamado encaje
legal– que es un porcentaje de las captaciones que los bancos deben
mantener líquidos en reserva, ya sea en sus bóvedas o en las del banco central
preferiblemente, para garantizar una liquidez parcial de la institución, que
garantice cierta disponibilidad a los clientes.
Mediante el uso del encaje legal, si por ejemplo este fuera
establecido en 10% para un país, eso significa que si la base monetaria total
fuera de 100 dólares y un banco recibe un depósito real de esos 100 dólares de
un cliente, puede prestarle 90 dólares a otro cliente, lo cual implica que
ahora habría una liquidez monetaria total en el mercado de 190 dólares –los 100
dólares originales que depositó el cliente, más los 90 dólares que se otorgaron
por el crédito a otro cliente y que se abonan contablemente en su cuenta– y de
esta manera, al seguir moviéndose el dinero crediticio por el sistema
financiero, mediante el proceso depósitos-créditos, se produce una
multiplicación monetaria, que conduce a una expansión de liquidez, que puede
generar inflación y por ende, pérdida del valor del dinero. Por esa es la razón,
en las estadísticas de los agregados monetarios de los bancos centrales aparece
un monto llamado base monetaria –que es el dinero producido por el banco
central, que debería ser el único ente que puede generar dinero– y otro monto
llamado liquidez monetaria, que contiene además de la base monetaria, el dinero
crediticio que se generó por el uso de la reserva fraccionaria.
La práctica de hacer
uso de los depósitos a la vista para otorgar préstamos tiene ciertos riesgos,
puesto que conduce a la aparición de una figura llamada reserva fraccionaria,
que implica que los bancos multiplican los montos depositados, pues el
depositante original cree que tiene la totalidad de sus depósitos en custodia y
quien recibe el crédito, también cree que puede disponer de un dinero que realmente
no existe, de modo que si el depositante original junto con el cliente
prestatario, fueran a buscar sus fondos simultáneamente, habría un descalce de
fondos y no habría disponibilidad para satisfacer a los dos clientes al mismo
tiempo y por eso ocurrió el crack bancario de 1929 en EEUU, que produjo la gran
depresión de los años 30 del siglo pasado o más recientemente, ocurrió el caso
de los corralitos argentinos, entre otros casos de quiebras financieras, donde
los bancos centrales debieron convertirse en prestamistas de última instancia,
para salvar bancos quebrados, mediante la producción de dinero adicional, donde
los depositantes ven afectado su patrimonio por efectos de la inflación
subyacente, que destruye la capacidad de compra del dinero que les costó
tiempo, trabajo, esfuerzo y privación del consumo para poder ahorrar, en
previsión de la incertidumbre del futuro.
El uso y costumbre
actual en países de la zona euro es manejar un encaje legal cercano al 0%, en
otros países con economías avanzadas se maneja un coeficiente de caja menor al
10 % y en países con inestabilidades económicas como son los latinoamericanos,
hay encajes superiores al 15 % y esas praxis financieras junto al relajamiento
del crédito, son una de las causas de las crisis económicas cíclicas y de
quiebras de bancos y economías a nivel global.
Para el caso
particular de Venezuela, según los datos disponibles del BCV, desde 1960 y
hasta septiembre 2018 el encaje legal ordinario promedio fue de 18,5%, entre
octubre 2018 y enero 2019 fue del 31%, entre febrero 2019 y marzo 2020 fue de
57%, a partir de abril del 2020 fue del 93%, a partir de enero de 2021 el
encaje fue de 85% para depósitos en moneda nacional y del 31% para depósitos en
divisas, aunque no tengo más información actualizada al respecto, sobre otros
cambios al encaje legal.
En mi opinión, la
política del BCV de incrementar a partir del año 2018 el encaje legal para
controlar la expansión monetaria generada por el dinero crediticio, que a la
vez produce aumento de la oferta monetaria y por ende inflación y aumento de
los tipos de cambio, aunque es totalmente correcta, no ha dado los frutos
esperados, porque junto con esa política restrictiva del encaje y del crédito,
era necesario que hubiera una contracción del gasto fiscal, puesto que se
obliga al BCV a financiar el déficit fiscal con producción de base monetaria en
cantidades exponenciales.
Para que no se diga en
el futuro que nadie sugirió, cuales acciones mínimas adicionales deberían tomarse
para estabilizar la economía venezolana, junto con la próxima reconversión
monetaria que empieza en octubre de 2021 y siendo reiterativo –pues lo he
escrito en otros artículos de opinión– a continuación, indicaré algunas
acciones básicas complementarias, de acuerdo con mi visión y opinión sobre
estos temas:
Respaldar y redimir al
nuevo signo monetario venezolano con oro.
Permitir la libre
circulación de divisas y la completa bancarización de las monedas extranjeras,
con una oferta de todo tipo de productos y servicios financieros en la banca
nacional.
Mantener un encaje
legal del 100% para los depósitos a la vista, tanto en moneda nacional como
extranjera.
Eliminar el uso de la
reserva fraccionaria, de modo que solo sea el BCV quien genere dinero nacional
de curso legal y donde la base monetaria sea igual a la liquidez monetaria en
cualquier tipo de moneda.
Otorgar créditos solo con
base en depósitos a plazo fijo, donde se cobren y se paguen tasas reales
positivas y competitivas a los clientes, que sirvan para promover el ahorro y la
inversión real productiva, que debe ser manejada con eficiencia y eficacia.
Privatizar o
preferiblemente entregar en concesión mediante licitaciones a inversores
privados internacionales y/o nacionales, que aporten capital –muy abundante
actualmente– y que tengan experiencia y credibilidad demostradas en el manejo
de empresas públicas de servicios, tales como son: telefonía, electricidad, hidrológicas,
gas y otros entes empresariales de carácter público, que no sean
autosustentables, para que se encarguen de optimizarlos y le puedan quitar la
carga al estado de estar produciendo un dinero sin valor en cantidades
exponenciales, para pagar burocracia improductiva, que es una de las causas de
la ruina nacional, pero para que también se produzcan servicios o bienes de
excelente calidad, junto con impuestos, dividendos y regalías, que buena falta le
hacen al país, que tiene a su principal industria –que es la petrolera–
viviendo su peor momento histórico.
Saludos cordiales,
Alejandro Uribe: Economía y Política
Ingeniero, Consultor de Empresas e Investigador
Publicación Inicial: viernes, 08 de octubre de 2021
en http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/
Nota: este artículo original de mi autoría, fue publicado en el prestigioso diario El Nacional, el 28 de septiembre del 2021 y está en el enlace: Encaje legal